Dice el juez que analiza la entrada del líder del Frente Polisario en España que “se saltó todos los controles obligatorios para acceder a España”. ¡Vaya acusación! El juez debería ser trasladado, en comisión de servicio permanente, a las costas canarias y andaluzas para controlar las entradas que se producen saltándose los controles, por repetir sus doctas palabras. No es eso. El gobierno español dio trato diplomático al máximo representante de un país reconocido por numerosos Estados y miembro fundador de la Unión Africana, la República Árabe Saharaui Democrática. Su presidente Brahim Ghali estaba enfermo de COVID-19 y venía en vuelo del Estado argelino.
Las lamentables circunstancias del abandono del Sahara está en el corazón de los españoles. Franco agonizante, Marcha Verde, Declaración de Madrid, entrega a Marruecos y Mauritania, etc… Las retiradas españolas de Marruecos -con la independencia-, Ifni, Guinea Ecuatorial y Sahara Occidental deberían servir para una imposible reflexión de los neofranquistas vociferantes que tratan cada día de dar lecciones de gallardía y patriotismo de pecho de lata. Al Sáhara no enviaron ninguna División Azul, ni sacaron los tanques, como en Valencia durante el golpe de Estado de Tejero y Milas del Bosch. Sin comparar las circunstancias, el Reino Unido defendió, con mucho coste, su soberanía en las Malvinas, justo reconocerlo, aunque los españoles simpatizan con la causa argentina. La España franquista -potencia administradora- entregó el Sáhara en una retirada vergonzosa y los textos que la sostenían fueron votados en las Cortes franquistas sin conocerse porque -escribió el ministro Fernando Morán- “la Declaración no ha sido nunca publicada en el BOE, ni en el de las Cortes”. Se aprobó que “Próximo a culminar el proceso de descolonización… Se autoriza al Gobierno para que…adopte las medidas que sean precisas para llevar a cabo la descolonización del territorio no autónomo del Sahara, salvaguardando los intereses españoles”. Hasta hoy.
Entró en España un ciudadano -dijo la ministra Laya- “con un pasaporte diplomático, al que no se le verifica el pasaporte diplomático cuando llega a la frontera española, una cortesía en casos en los que se trata de un vuelo de Estado”. El Secretario General de la OTAN, hace poco visitó Madrid y no pasó el control de pasaportes. ¡Qué escándalo! Es lo habitual. El presidente Ghali es español, el Sr. Stoltenberg, es noruego. Un juez quiere fama.