El mar, la mar. Igual que trajo la vida a este mundo se las lleva sin preguntar. Esa gran masa de agua azul, a veces verde como la esperanza, se tiñe de negro luto, del color de los cuerpos que se traga. Y sólo deja la sal de miles de lágrimas, el sudor del sufrimiento y la pena de las pérdidas de aquellos que no llegarán a pisar la tierra prometida. El drama de la migración regresaba con fuerza este pasado fin de semana a la provincia de Cádiz. Salvamento Marítimo reanudó en la mañana de este lunes y por quinto día consecutivo, la búsqueda de los quince migrantes desaparecidos tras el naufragio de una patera en la zona del cabo de Trafalgar. Hasta el momento han sido recuperados los cuerpos sin vida de diez de las 28 personas que, según los tres supervivientes, viajaban en esa balsa de madera que se hundió en la noche del pasado jueves a 37 millas al oeste del cabo de Trafalgar.
Si la tragedia no fuera protagonizada por magrebíes o subsaharianos y fueran europeos blancos, sería una auténtica catástrofe y estaría en todos los medios, y todos los políticos se pronunciarían"Una tragedia que se extiende por otros mares y océanos. De igual, manera este lunes rescataban a nueve personas de origen subsahariano, ocho de ellos menores, al sur de Punta Carnero cuando intentaban cruzar el Estrecho para alcanzar Algeciras. En la costa almeriense también continuaba la búsqueda de otros doce náufragos desaparecidos en otra embarcación, Salvamento rescataba una lancha neumática con 54 subsaharianos a bordo, entre ellos tres niños, en Lanzarote, y a Mallorca, Ibiza y Formentera llegaban ocho pateras con 88 personas a bordo (sumando un total de 29 embarcaciones procedentes de Argelia detectadas en Baleares desde el pasado sábado).
Números que son mucho más que eso. Números que son vidas, son nombres, son madres, son hijos, con una historia inacabada. Aunque solo resuenen las cifras. “La única forma de soportar esta tragedia continua, que vive picos como el que hemos visto pero que se sigue manifestando todos los días, es despersonalizar”, nos cuenta Diego Boza, delegado de la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía (APDHA) en Cádiz. “Para esto lo primero que hay es que olvidar que se trata de seres humanos”, continúa.
Y eso es precisamente lo que reclaman desde la APDHA, que “estamos hablando de personas, de seres humanos, y si la tragedia no fuera protagonizada por magrebíes o subsaharianos y fueran europeos blancos, sería una auténtica catástrofe y estaría en todos los medios, y todos los políticos se pronunciarían. Pero tratan de despersonalizar para que la sociedad asuma estas políticas de muerte”.
La cuestión, señala, es que “si los despersonalizas en el punto de partida y los despersonalizas en el trayecto, cuando llegan aquí siguen sin ser tratados como seres humanos. Entonces es muy sencillo estigmatizarlos, señalarlos o criminalizarlos, porque no son considerados como personas, con su bagaje, sus elementos… con todo lo que hay detrás de ese proceso”.
Aunque todo radica en el mismo problema desde hace décadas: las políticas migratorias dictadas desde Europa y refrendadas en las fronteras de España. Contra estas políticas se ha manifestado la APDHA, en Barbate y en Algeciras, con concentraciones en las que pedían la dimisión del ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. “Creemos que el Gobierno actual, vinculado a la posición que tiene el ministro, no está desarrollando unas políticas progresistas en materia migratoria”, argumenta Boza. “Sus políticas son auténticamente identificables a las de los gobiernos de derechas. En ese sentido, la tragedia que hemos vivido estos días, con cadáveres por recuperar y que no sabemos si recuperaremos algún día, no es más que el resultado de unas políticas migratorias restrictivas que no han visto un cambio con este Gobierno que se decía ser progresista”.
Desde la APDHA consideran necesario modificar esas políticas migratorias “para evitar tanto sufrimiento y para evitar que se sigan viviendo imágenes como estas que llevamos sufriéndolas desde hace tres décadas”. Porque, añade, “si siempre haces lo mismo el resultado es el mismo. Y el resultado es dolor, sufrimiento y muerte. Son muchas personas que por buscarse un futuro mejor se juegan la vida en el mar y no se hace nada por proporcionarle otras vías para emigrar”.
Boza se muestra muy crítico con las prácticas que se han llevado a cabo en los últimos años tanto por parte del Estado español como de la Unión Europea. “En todo este tiempo se ha venido haciendo la misma política, invirtiendo muchísimo dinero, gastando grandes cantidades en unas cuantas empresas que se han enriquecido de forma muy clara por la militarización, por la externalización del control, por el incremento de las vallas, el levantamiento de más muros… y el resultado es que esa no es la fórmula para controlarlo”.
Por lo tanto, concluye el delegado de la APDHA-Cádiz, nos encontramos ante unas políticas migratorias que “son un fracaso”. Tanto desde el punto de vista de la eficiencia, porque por más dinero que se gasta siguen llegando personas, siguen intentado llegar y siguen perdiendo vidas, como desde el punto de vista de los derechos humanos, ya que muchas de estas personas, si no mueren, viven en condiciones precarias antes de llegar y también cuando llegan a Europa”.
Mientras el mar se sigue tiñendo de muerte, los gobiernos se limitan a expulsar a los migrantes y devolverlos a sus países. No hay rutas seguras, tan sólo el jugarse la vida en una ruleta sin saber si el mar les llevará a buen puerto o si será su verdugo.