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Lunes 18/11/2024
 

Provincia de Cádiz

La provincia de Cádiz registra hasta 129 muertes al año por la falta de zonas verdes

ISGlobal sitúa a Cádiz y La Línea entre las cinco primeras localidades españolas de más de 50.000 habitantes con mayor mortalidad por la ausencia de vegetación

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  • Datos sobre el impacto de la falta de zonas verdes en las localidades gaditanas de más de 50.000 habitantes. -
  • La OMS recomienda disponer de un espacio natural de al menos media hectárea a solo cinco minutos de casa
  • Los autores de la investigación piden actuar y señalan a Sevilla o Málaga como ejemplos

La oficina regional de Europa de la Organización Mundial de la Salud (OMS) propone que los ciudadanos tengan acceso a una zona verde de como poco media hectárea a menos de 500 metros de distancia de su domicilio, en torno a los cinco minutos caminando. En la capital gaditana, apenas el 2,5% de la población disfruta de estos espacios en las condiciones recomendadas, según el estudio elaborado por el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal), recientemente publicado en la revista especializada 'The Lancet Planetary Health'.

La investigación concluye que la falta de este tipo de recursos, cuyos beneficios están asociados a la posibilidad de realizar ejercicio físico o la disminución de la contaminación por la presencia de vegetación, causa hasta 34 muertes al año solo en Cádiz.

Tercera ciudad en el ranking nacional de las 98 localidades de más de 50.000 habitantes analizadas, ocupa igualmente un puesto muy destacado, el 20, entre las 886 europeas incluidas en el informe elaborado. La Línea, cuarta en España y vigesimo cuarta atendiendo al total, también arroja unas cifras preocupantes, con el 93,69% de los vecinos privados de zonas verdes en las inmediaciones de sus viviendas y con 19 fallecimientos en consecuencia. “Las existentes están en la periferia”, apunta Evelise Pereira, investigadora principal del estudio, en conversación telefónica. “La planificación urbanística es clave para reducir la mortalidad por estas causas”, agrega.

El equipo investigador ha dividido cada ciudad en cuadrículas de 250 por 250 metros sobre imágenes de satélite para determinar el acceso a estos pulmones urbanos y han determinado el Índice de Vegetación de Diferencia Normalizada (NDVI), que toma en consideración desde arbolado y jardines públicos a privados. Esta tasa la cruzaron posteriormente con el total de muertes por causas naturales registradas anualmente.

En los ocho municipios de más de 50.000 habitantes de la provincia se cuentan hasta 129 fallecidos por falta de zonas verdes. En Algeciras, donde solo uno de cada cuatro vecinos dispone de una zona verde a menos de 500 metros, se anota una veintena de víctimas mortales.

Sanlúcar, por su parte, suma diez; San Fernando, doce; Jerez, 16; y, finalmente, Chiclana y El Puerto, nueve cada una, aunque presentan el mayor porcentaje de habitantes que sí cumplen con la recomendación de la OMS, el 46 y el 51%, respectivamente.

Pereira señala que, pese a las abultadas cifras, en términos generales, España sale mejor parada en relación con los datos obtenidos en el conjunto de Europa, con casi 43.000 muertes anuales asociadas a la falta de zonas verdes.

 El área metropolitana de Barcelona es la más afectada, con 924 fallecimientos, pero Bruselas, Copenhague, Budapest, París y Atenas obtienen peores registros.

La investigadora plantea la necesidad de adoptar medidas para reducir el impacto negativo del asfalto. Entre otras iniciativas, propone la recuperación de zonas industriales urbanas que no estén en uso o la instalación de jardines en los centros educativos, y advierte de que no basta con sembrar césped.

Pero también se refiere a iniciativas llevadas a cabo en capitales españolas que están resultando exitosas, como en Málaga o Barcelona, con las calles peatonales ocupadas por maceteros y árboles, o la recuperación de la ribera del río Guadalquivir en Sevilla.

Pereira reconoce, por otro lado, que no se han tenido en cuenta las denominadas llamadas zonas azules, ríos, los lagos y el litoral, cuyo impacto beneficioso es difícil de evaluar. “No hay evidencias suficientes para cuantificar su influencia”, que podría revisar a la baja los guarismos relativos a la mortalidad. Pero insiste en actuar sobre las zonas verdes al margen de éstas porque no hay duda de que el espacio que ocupan en las urbes influyen en la calidad y la esperanza de vida.

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