El Málaga de las personalidades múltiples por fin tuvo consistencia, por fin supo ser el mismo durante todo un partido. Dominante, valiente y sin complejo aunque otra vez con el gol como asignatura pendiente de mejora. Un tanto de Genaro a pase de Víctor Gómez, que demostró con su rendimiento por qué es internacional sub-21 con España, fue suficiente para vencer ante un Lugo que decepcionó, aunque tuvo el empate al final. Quedaron ganas de más goles, pero la felicidad (y el alivio) de superar ese bache de tres empates seguidos fue el premio para los 15.000 malaguistas presentes en el templo.
Empezó dubitativo y con ciertos errores el Málaga, con algún acercamiento del Lugo que fue un aviso claro: había que despertarse cuanto antes. Con Antoñín como titular en banda izquierda, y Paulino y Víctor Gómez como dos motos en el carril derecho, el Málaga encontró su zona de influencia. Los centros volvieron a ser un medio para justificar el fin de golpear primero. Así llegaría el gol de Genaro Rodríguez.
Un envío medido desde la derecha del francotirador oficial del equipo, Víctor Gómez, lo remató con el interior Genaro al más puro estilo lewandowskiano. Gol al primer toque, euforia y gritos compartidos con el Fondo Sur 1904 en el minuto 31. De eso a la comodidad y la efervescencia por banda, siempre con la influencia de Jozabed en otra noche en la que volvió a ser clave para que el balón se moviera con fondo y forma. Lo peor de la primera parte fue la lesión de Sekou, que tuvo que ser sustituido por Brandon, y los minutos de inestabilidad de los malacitanos al término de la primera parte.
En la segunda parte, el dominio fue absoluto. Solo le faltó acierto al equipo de José Alberto, que no le costó en absoluto generar ocasiones, pero sí finalizar. Quiá es el único reproche a los jugadores, algo que luego se traduzc en minutos de nerviosismo al final, con la correspondiente ocasión del Lugo que paró algún corazón que otro.
Una ocasión clarísima de Víctor Gómez que inició él mismo con un robo en el centro del campo fue la primera de las muchas llegadas en la segunda mitad: Cufré busco driblar al portero y se quedó sin campo, Jozabed falló la más clara a pocos metros de la portería y Paulino y Kevin probaron a Fran Vieites, el portero y la razón de supervivencia de un Lugo perdido en La Rosaleda.
Los blanquiazules tuvieron la pelota, supieron utilizar la posesión con sentido y mostró un gran nivel defensivo con Lombán acompañando a Juande y Escassi por delante. El partido de Víctor Gómez fue brillante, hasta se ganó que la hinchada gritara su nombre, y con razón. El partido se cerró con el grito de rabia de un 1-0 que pideron ser tres o cuatro, pero que significan lo mismo, tres puntazos de ‘Los Invencibles’ de Martiricos.