Los 8 municipios con más paro de España son andaluces: Linares, Córdoba y Granada en el podio de la miseria. Le siguen de cerca Alcalá de Guadaíra, Almería, La Línea de la Concepción y Dos Hermanas. No le andan a la zaga Sanlúcar de Barrameda, Jerez de la Frontera, Torremolinos y Chiclana de la Frontera. Son los tristes abanderados de un paro endémico que azota a Andalucía, con unos diferenciales de desempleo tan estructurales como sonrojantes con el resto del país. No creo en las plagas bíblicas, pero la tragedia laboral que sufre Andalucía roza ese mal apocalíptico.
El estallido social en Linares, meses atrás, y ahora con la huelga del metal en Cádiz no son manifestaciones puntuales de una reivindicación pasajera. Hay un trasfondo de frustración y malestar de una sociedad hastiada de sufrir el drama diario de levantarse y no tener un puesto de trabajo al que acudir. Y encima aguanta promesas institucionales o políticas incumplidas, el dudoso ejemplo de algunos empresarios de barriga y puro, y, para colmo, la mofa del tópico hiriente y falso que nos achaca una falsa indolencia al confundir la falta de trabajo con las ganas de trabajar.
En estos episodios recientes ha resultado especialmente llamativo cómo se han puesto de perfil las administraciones central y autonómica, como si el problema no fuera con ellos. Con todo, especialmente irritante ha sido la ausencia de la vicepresidenta del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, quien no se ha dignado apenas a pisar Andalucía desde que asumió tan altísima responsabilidad.
Y si grave es que la ministra del empleo no ponga el pie en el territorio del paro, más inexplicable es que Díaz no se prestase a arropar a los 600 trabajadores que se fueron a la calle hace unos meses cuando Airbus cerró la planta de Puerto Real, a los 1.500 del ERTE de Unicaja, o en la huelga del metal. Un conflicto socio-laboral que merecía que se hubiese plantado en la Bahía de Cádiz -también hubiera esperado lo mismo del presidente de la Junta, Juan Manuel Moreno-. Se limitó -bien hecho, por otra parte- en pedir explicaciones al presidente Sánchez y al ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, por la surrealista presencia de una tanqueta blindada para neutralizar las barricadas de los huelguistas.
Ese gesto seguramente le valió para reafirmarse ante los suyos, para diferenciarse del ala socialista del ejecutivo nacional en su carrera electoral, pero a los andaluces y a los gaditanos no nos vale. Venga usted ya a Cádiz, a Linares, a Córdoba, etc… ¡Venga a Andalucía con iniciativas y planes, que España no acaba en la M40! ¡Andalucía existe! Y más debiera existir para una ministra de Trabajo.
