El parque de la Igualdad -que ocupa el antiguo cerro de Santo Tomás de Aquino- incorporó en 2015 un edificio destinado a kiosco bar que nunca ha llegado a ser utilizado y que hace apenas unos días ha sufrido un incendio como consecuencia del vandalismo y las sucesivas okupaciones.
La construcción de este inmueble fue posible gracias a una inversión de 90.000 euros incluida en el Plan Urban, que se nutría fundamentalmente de los fondos de la UE.
Además, el Consistorio debió acometer una obra para dotarlo de de servicios de alcantarillado, abastecimiento de agua, electricidad de baja tensión y telecomunicaciones en la que se invirtieron otros 27.000 euros.
Juan García, presidente de Adecosur -la asociación de empresarios y comerciantes de la zona sur-, lamenta que el inmueble haya tenido este triste final, ya que entiende que para posibilitar su uso sería necesario “predisposición y mucho dinero” para “hacerlo de nuevo”.
García responsabiliza al Ayuntamiento, que hasta en dos ocasiones promovió una licitación para adjudicar la explotación del establecimiento en régimen de concesión administrativa pero “a precios inasumibles”, cuando se debió licitar “muy a la baja para que al menos se garantizara su mantenimiento”.
En efecto se promovieron un par de licitaciones en busca de algún empresario interesado en la gestión del negocio, en 2016 y 2017.
En el último de estos intentos el Consistorio fijó un canon mínimo de 124.984 euros por un periodo de quince años, el equivalente a unos 8.500 euros anuales (700 mensuales), sin contar con que el adjudicatario tendría que asumir la inversión necesaria para dotarlo del mobiliario propio de un establecimiento de estas características.
Las licitaciones se declararon desiertas, pasó el tiempo y el vandalismo empezó a hacer de las suyas. Adecosur llegó a interpelar en varias ocasiones al Ayuntamiento con idea de que se volviera a sacar a licitación este espacio y ante el riesgo de que pudiera ser objeto de vandalismo, tal y como finalmente ha ocurrido.
“Es devastador ver cómo una iniciativa nacida de un plan de regeneración de la zona en el que se invirtieron muchísimos millones ha sido totalmente abandonada y no se han puesto medios ni para incentivar su puesta en marcha ni para evitar que fuese vandalizada”, comentaba el mismo Juan García en febrero de 2020, justo antes de que entrara en escena la crisis sanitaria motivada por el Covid-19.
Pasado el tiempo lamenta la “nefasta planificación” que se ha hecho de todo el espacio, incluido el propio parque de la Igualdad, que también presenta un claro estado de abandono a pesar de que en su construcción se invirtieron 1,5 millones de euros a través igualmente del Plan Urban impulsado gracias a los fondos de la UE.
Diez años después de que fuera inaugurado por la entonces alcaldesa Pilar Sánchez, el parque que tenía como objetivo “revitalizar el paisaje urbano de la barriada” y convertir “en el nuevo corazón verde de la zona sur” a un espacio hasta entonces “inutilizado” sigue mostrándose como un terreno baldío que los vecinos evitan “porque lo ven como un lugar conflictivo”, a lo que sin duda ha contribuido las reiteradas okupaciones del fallido kiosco bar.
Tampoco ayuda el precario estado de conservación que presenta la zona de ocio infantil ni los carriles, que siguen erosionados por el agua de la lluvia a pesar de la sequía que viene caracterizando estos últimos meses.
Por si fuera poco, los vándalos parecen entretenerse arrancando literalmente muchas de las piezas de construcción que perfilaban el parque.
Juan García lamenta el abandono de un espacio público al que se dio “un bombo impresionante” coincidiendo con su inauguración y en el que posteriormente “se hicieron algunas actividades” que lograron dinamizar al entorno de Santo Tomás de Aquino.
“Es una pena porque se trata de un lugar bastante abierto que podía haber sido interesante para muchas cosas, pero cuya planificación ha sido nefasta”, reitera.
El parque de la Igualdad tiene una superficie de 25.000 metros cuadrados y cuenta con un centenar de especies arbóreas.
Con su construcción se trató de responder a “una demanda general de la zona sur”, que pedía nuevos espacios públicos “para uso y disfrute”, así como la urbanización del cerro de Santo Tomás.
Se trataba por tanto de configurar un espacio verde que sirviera de punto de encuentro para los vecinos, mejorando la imagen de la zona y elevando “el sentimiento de ciudadanía” de los residentes.
En el parque se invirtieron 1,5 millones de euros que pueden ser todavía rentabilizados.
Más difícil será hacerlo con el kiosco bar, que costó 90.000 euros y que nunca ha llegado a ponerse en uso.
