La cantaora Tomasa Guerrero, conocida como La Macanita, asegura que los artistas también tienen “altos y bajos” porque “no somos máquinas, somos personas”.
Pero el de este viernes fue para ella un día alto y emocionante, porque su ciudad natal, Jerez, le entregó el Premio "Día de Andalucía" por ser “bandera de la cultura andaluza" y una "figura esencial" del flamenco, un reconocimiento que le hace "una gran ilusión", la pone "en órbita", pero también le da "mucha responsabilidad".
Heredera de voces como La Paquera y precursora de nuevos talentos como María Terremoto o Lela Soto, la artista pone distancia ante estas comparaciones y se define como “una sucesora de la vida y el tiempo” y “una ladrona” a la que le gusta “empaparse” de lo que ha dado su tierra, apoyándose en artistas como la Niña de los Peines, la Perla de Cádiz, Terremoto, Camarón, Agujetas, y muchos más.
“Soy maestra de las flamencas jóvenes no porque les enseñe nada sino porque empecé antes que ellas y soy el referente más cercano, aunque ellas tienen cada una su propia línea”, señala.
La Macanita habla de la necesidad de desconectar cuando cuelga el traje de luces y sentirse “libre como el viento” para poder ser Tomasa, “una mujer que anda tranquila por la calle, en vaqueros" y “con la carita lavá”.
“Sería muy aburrido y muy triste ser siempre lo mismo desde que te levantas hasta que te acuestas”, dice la artista , quien reconoce que “no podría con la presión” de ser flamenca y estar 24 horas al día “con la pestaña rizada y el tacón”. "Si los artistas tenemos que ser así, entonces no lo soy en ese sentido, mi arte es otro”, dice.
“Soy una persona normal, como todo el mundo", insiste.
Comenzó su carrera con 4 años en la serie televisiva "Rito y geografía del cante", donde bailó y cantó por bulerías. Desde entonces ha seguido subiendo “peldaño a peldaño”, dice, en su carrera
La voz de La Macanita es la de aquella niña que sorprendió con 4 años: "Una eterna voz que abarca todos los tiempos y que transita con sabor a bronce por las gitanísimas bulerías de Jerez que siempre lleva por bandera", ha desgranado el periodista Joaquín López Bustamante en su glosa a la artista en el acto de la entrega del reconocimiento, en el que ha resaltado su cante "sin artificios" y "con toda la verdad, valentía y autenticidad de quien valora su arte con pureza".
Ella confiesa que sigue siendo una niña “en muchas cosas” y que aún le queda "mucho por aprender y descubrir como artista”.
Aunque empezó joven, asegura que nunca se ha sentido “despreciada” por ningún compañero por ser mujer y que siempre ha estado “cuidada” y arropada por ellos.
“Sí es cierto que hace años pasaba que a la artista gitana que cantaba y estaba casada con un marido celoso, la hacían alejarse de los escenarios y dedicarse a sus hijos”, advierte La Macanita, quien reitera que ella nunca se ha sentido discriminada y se lleva bien con sus compañeros varones.
Para ella, el flamenco es “un pájaro que está en el coto Doñana” y el cante gitano “lo es todo”.
Asegura que empezó “cantando puro" y "me moriré haciéndolo”.
Cuenta que su cante tiene matices de muchos otros más palos y fusiones, como muestra en su último espectáculo, “Querer y amar”, en el que canta algunas de las canciones eternas de Manuel Alejandro.
Esta misma semana protagonizó una escena única al cantarle al “maestro de maestros” su tema “Se nos rompió el amor”, a capella y a las puertas de la casa que vio nacer al compositor jerezano.
Visiblemente emocionada al recibir este premio en su ciudad, ha querido dedicárselo a todos esos flamencos que ya no están y con quien ella compartió durante años su carrera artística.
"Me he quedado un poco huérfana sin ellos", ha lamentado la artista, quien ha recordado los años "tan difíciles" que se han vivido, "sobre todo los artistas", que, pese a todo, "hemos seguido luchando".
La Macanita dice nunca ha olvidado de dónde viene: “Jerez es mi tierra y la llevo siempre vaya a donde vaya”,