La tierra de Rocío Jurado es un caldo de cultivo para la juventud flamenca. No hace más de un mes el guitarrista Manuel Cerpa presentaba en rueda de prensa, en el Castillo de Chipiona, su primer trabajo discográfico titulado ‘La Séptima Cuerda’. Fue sorprendente comprobar cómo un niño nacido en 2003 ya es capaz de hacer esas virguerías con la guitarra.
Esa sensación de asombro, de perplejidad, la hizo sentir un Samuel Serrano en 2013, cuando apareció con su melena negra, casi tapándole el rostro, junto a la inconmensurable guitarra el maestro Paco Cepero en la Peña Tío José de Paula. En esta entidad del barrio de Santiago, el chipionero que nació en 1994 demostró tener suficiente pundonor para ofrecer un recital de cante de ocho estilos distintos y sin descanso, de un tirón como se suele decir.
Muchos de los allí presentes se quedaron boquiabiertos con el metal de un casi veinteañero que poseía una garganta propia de un octogenario, o al menos de una época pasada en la que predominaban las voces roncas, afillá… y hasta sin pulir. Fue Cepero quien acompañó al cantaor en sus primeros pasos y hasta hace pocos años, pues en 2018 ambos publicaron Dos Caminos (Cebros Producciones) llegando incluso a estar nominados a los Grammy Latinos al Mejor Álbum Flamenco.
En esos años de gira, Samuel ha ido creciendo tanto en lo anímico como en lo profesional, y ya no es ese niño que se expresaba sin armaduras ni filtros las seguiriyas o martinetes. Siempre le gustó Agujetas, Terremoto, Borrico, Chocolate… lo más ortodoxo. Ha ido educando, como cualquier otro artista en sus principios, sus maneras y formas expresivas en los escenarios que ha pisado, que por cierto han sido numerosos y de muy relevante prestigio.
Con la llegada de la pandemia el cantaor tuvo tiempo “para pensar y poner en orden muchas tareas atrasadas que tenía ahí y necesitaba estar en casa para abordarlas”, cuenta en el programa Alianda de 7tv a quien escribe estas líneas. En ese sentido, ha conocido una parte de sí mismo hasta entonces sin conquistar. Una de esas espinitas clavadas era comprender más a fondo las técnicas de grabación en un estudio, dominar las herramientas tecnológicas que la actualidad ofrece con el fin de conseguir un resultado discográfico más personal. No es el único que está en esa exploración, ya son numerosos los cantaores o guitarristas que han convertido alguna de las habitaciones de sus casas en sencillos estudios de los que sacar cositas buenas en momentos de inspiración. Samuel está en ello, en aprovechar el tiempo con el propósito de conformar un perfil artístico prácticamente renacentista, que domine numerosas disciplinas como el caso de la composición.
Él, que se había dejado llevar en su primer trabajo discográfico por las magníficas letras de Cepero, quiere ahora cantar las suyas propias. Es inquieto, nadie puede negárselo y le pone empeño a cualquiera de sus trabajos. Ha puesto en circulación el título Imaginando y soñando, que ya puede verse y escucharse en las plataformas digitales y en redes sociales, y que sigue la senda marcara por los tangos Morito de Marrakech, publicados a finales de 2021.
“Yo solo puedo estar agradecido al maestro (Paco) y todo su apoyo en promocionarme en festivales, platós de televisión… pero con todos esos conocimientos adquiridos quiero aportar yo algo mío”, comentaba Samuel en dicha entrevista. Como dato, el vídeo de las sevillanas En las marismas del cielo supera el millón de visitas.
“Ahora vendrán otras bulerías muy flamencas, pero de un corte distintos”, afirma con la convicción de que el guitarrista portuense Paco León es su mejor compañía en la actualidad.
El cantaor tiene varias citas importantes cara los próximos meses como su aparición en el Festival Flamenco de Toulouse, en localidades como Málaga o Jaén, Barcelona o este verano en Jerez.
