A primeros de los noventa, el gobierno de España promulgó una ley en la que se declaraba a extinguir el Cuerpo de Técnicos Mecánicos de Señales Marítimas, lo que se ha conocido siempre como farero, un oficio duro a la vez que hermoso del que cada vez quedan menos profesionales.
Durante mi etapa en el colegio, hice amistad con el hijo del farero de Barbate, que me invitó a visitar su hogar, una casa detrás del faro que había entonces. Ese faro se remodeló y la casa se demolió hace ahora treinta años. Esa zona marcaba el límite para acceder a la playa chica, como se llamaba al territorio comprendido desde el faro hasta el comienzo de la primera punta. Debajo del faro, se levantaba una especie de monolito que daba paso a un búnker. Ambas construcciones se formaban con piedras sobrantes del antiguo Castillo de Santiago, una edificación construida alrededor del año 1500.
Así pues, hablamos de un lugar histórico del pueblo de Barbate. Incluso se cree que gran parte el castillo está enterrado en esta zona, que cuando servía de frontera con la playa chica, se denominaba “Las piedras del castillo”.
En la actualidad, el lugar se llama Plaza del Faro, con una coqueta baliza de más de veinte metros de altura acompañada de un reloj solar y el esqueleto metálico de un atún, que es el protagonista de la fama adquirida por la localidad, conocida como la capital mundial del atún rojo.
Cuando este periódico salga a la luz, se estará celebrando en dicha plaza la I Feria del Libro de Barbate, donde se publicará un tomo formado por relatos de varios escritores del pueblo, que, además, sirve como homenaje al faro de la localidad, ya que dicho ejemplar se llama “El faro de las musas”.
Por lo que a mí respecta, pienso que la celebración llega en el momento oportuno. Como he comentado en más de una ocasión, en Barbate corren muy buenos tiempos si de literatura hablamos, con una hornada de escritores como jamás se ha visto en el municipio. Por supuesto, también me parece muy adecuado el lugar donde se va a desarrollar la feria, que me gustaría se convirtiese en una cita obligada durante muchos años.
Entre todos esos autores tendré el privilegio de encontrarme, ya que también he colaborado escribiendo uno de los relatos que forma parte del ya comentado libro.
Además, también estaré firmando ejemplares de mi último libro publicado. Un libro cuyo título me gusta cada vez más: “...Y no dormir sin soñar”. Porque, sinceramente, lo que me ocurre desde que empecé a escribir me sigue pareciendo un dulce sueño del que no quisiera despertar nunca.
Así que, entre firma y firma, seguiré evocando esos ya lejanos tiempos donde muchos pasábamos por las Piedras del Castillo sin imaginar la historia que encerraba aquel búnker. Una historia de la que el faro ha sido testigo privilegiado.
