El miedo es la sensación de angustia provocada por la presencia de un peligro real o imaginario, es un sentimiento de desconfianza que impulsa a creer que ocurrirá un hecho contrario a lo que se desea. Tiene unos efectos físicos, ya que puede llegar a paralizar, aumentar la presión cardíaca, bajar la temperatura corporal, elevar el tono muscular llegando incluso al agarrotamiento, dilatar las pupilas. También tiene unos efectos intrínsecos y personales, con una gran pérdida del control total, puede bloquear emocionalmente y además puede dificultar para disfrutar de pequeños o grandes placeres de la vida.
Es increíble la cantidad de personas que están viviendo situaciones de pánico o miedo, desde el miedo escénico hasta el miedo a morir, pasando por el pánico financiero, a quedar desempleado, al futuro, etc,... y generando una total desesperanza. El miedo entumece y se es presa de las reacciones más irracionales. Cualquier cosa puede provocarlo, aunque también sirve para reaccionar y escapar eficazmente de cualquier peligro eminente. Esto último está bien, pero ¿qué ocurre cuando la persona es manipulada a través del miedo? En ciertas esferas del poder todo ello es utilizado y aprovechado para ejercer un determinado control sobre la población. El miedo es un ingrediente muy importante para mantener el sistema. Y sí, se puede manipular a través del miedo, porque el miedo se puede provocar y desarrollar, como ya es bien sabido. Me llamó mucho la atención el experimento que realizó Skinner (psicólogo, padre del conductismo radical) con Albert, un niño de dos años sin miedo prácticamente a nada, para incitar en él el miedo a las ratas. ¿Cómo lo hizo? Al principio el niño no sentía miedo cuando el psicólogo le acercaba una rata blanca, no le causaba ninguna reacción negativa, pero las veces siguientes, cada vez que se la aproximaba, al mismo tiempo provocaba un ruido intenso (estímulo incondicionado que generaba el miedo), con lo cual el pequeño se ponía a llorar de manera simultánea. A medida que se iban repitiendo las asociaciones entre el ruido y la rata, el niño iba adquiriendo un miedo más intenso, hasta el punto que finalmente generalizó ese miedo a todas las cosas blancas.
Hoy en día somos manejados como títeres a través de la gran industria mediática. Es cierto que no vivimos en un vergel y que hay guerras (muchas, no sólo la de Rusia y Ucrania), terrorismo, violaciones de todo tipo, delincuencia, desastres naturales, pero nos lo están metiendo por los ojos continuamente para situarnos mansamente en los mecanismos respectivos de manera que queden sumergidos causando una coacción constante en nuestras vidas, repitiendo de forma machacona los mensajes y las imágenes. Sí, van acomodando el miedo en nuestras mentes con un goteo constante. No nos permiten pensar, no vemos más allá de los montajes televisivos y chuminadas de los diferentes medios. Nos quieren hacer creer que estamos en una sociedad del bienestar, sin embargo los jóvenes tienen que vivir sin trabajo o con trabajos mal pagados, (entre otras cosas), con una vacía existencia desprovista de ideología, robándonos incluso, la capacidad de pensar de manera crítica.
El miedo impuesto por los medios de comunicación o por los regímenes políticos o incluso por algunas religiones engendra ignorancia y un falaz sentido de seguridad. El miedo controla a las masas hacia una obediencia ignorante. La valentía desaparece porque las personas cedemos al adoctrinamiento intelectual, obedecemos ciegamente a las principales fuentes de información, los medios de masa gestionados por grupos corporativos y políticos. El colonialismo y el imperialismo están unidos y muchos medios de comunicación comprados, pero no nos damos cuenta y así avanzamos, ciegos y sin esperanza, creyendo todo lo que nos cuentan...