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Notas de un lector

Las hebras silentes

La Biblioteca de Autores Manchegos y dentro de su colección Ojo de pez edita “Un silencio malva” de Charo Bernal

Publicado: 31/05/2022 ·
17:19
· Actualizado: 31/05/2022 · 17:19
Autor

Jorge de Arco

Escritor, profesor universitario y crítico. Académico de la Real Academia de San Dionisio de Ciencias, Artes y Letras

Notas de un lector

En el espacio 'Notas de un lector', Jorge de Arco hace reseñas sobre novedades poéticas y narrativas

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En 2016, Charo Bernal dio a la luz su primera novela, “Entre celeste y violeta”. Y, ese mismo año, el poemario, “Pisando de puntillas”. A éste, le siguieron, “Desde mi reflejo” (2017) e “Hilos de agua” (2019). Ahora, en la Biblioteca de Autores Manchegos y dentro de su colección Ojo de pez, se edita “Un silencio malva”.

En esta nueva entrega, la autora puertollanensemodula sabiamente la escritura y cristaliza su verso mediante una lúcida sensualidad. Desde la dicotomía que conforman la pasión y la realidad, su palabra se alza como observadora y protagonista de un universo cercano, sucesivo, explícito en su contemporaneidad.

La sagaz esencia de las estaciones va derramándose por entre estas páginas y dando cuenta de esa provisionalidad de la existencia inherente al bordón de lo humano. Y, también, a las fronteras que limitan con el amor y la soledad: “Ahora el horizonte está en tu voz/ que vierte su sonido consolando/ al oído de otros, cuya espera/ se duerme en el reloj de la impaciencia./ Ahora el horizonte está en tus dedos,/ buscando en los recuerdos apilados,/ y en las hebras silentes de otros tiempos/ que nos evocan caricias y abrazos”.

Junto a la intensidad de lo cotidiano, de la materia más palpable que sostiene la costumbre del yo lírico, hay una identificación, una pertenencia a una tierra y unos paisajes unánimes, cómplices en su correspondencia de imágenes y perfiles. Charo Bernal se reconoce y convive frente a éstos a través de una concepción transitiva que imantiza la memoria. Con ella, habita lugares, nombres, objetos… que fueron vívida constancia, firme pulsión,y que ahora no son sino mudanza: “Ablentar el pasado./ Blandir la espada en mi pecho/ al evocar cada instante./ Sesgar las palabras que pujan/ por reprochar tu ausencia,/ cicatriz húmeda que atraviesa/ este frágil cuerpo de mujer”.

El tacto de otra piel, el consuelo de lo familiar, la nostalgia de la dicha, la lucha por alcanzar la plenitud amatoria, el temor al desolvido…, pueblan, a su vez, este conjunto vivencial y seductor.

En su prefacio, José Luis Morales anota que “…en la poesía luminosa de Charo Bernal hay sitio para otras fórmulas y averiguaciones, desde la expresividad clásica -conceptista incluso en alguna ocasión-, a la surrealista; desde el esteticismo culturalista, casi veneciano, al expresionismo directo y provocador”. Y, en verdad, esa misma pluralidad de estilos, permite al lector adentrarse en ámbitos cambiantes, sugestivos, desde los cuales se adivina una conciencia anhelante, un corazón determinado a latir y perdurar frente a la fugacidad de ser.

En este medio centenar de poemas hay, al cabo, un sólido retrato de la sombra y la sangre que se impregnan como reminiscencias al par del alma, un trascendente mapa que llena de cromatismo la íntima ontología de quien es, a su vez, origen y finitud, máscara y horizonte: “Aquí yacen los restos de un naufragio/ donde hubo tormenta/ y un viento de silencios./ Ahora puedo morir con esta lluvia,/ se parece tanto, mi amor, a tus recuerdos”.

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