La delegada municipal de Cultura, Susana Rivas, y el artista chiclanero Pedro Jesús Rodríguez Sánchez, Kapry, han inaugurado la exposición Mi mundo y yo. Kapry, que estará abierta en el Museo de Chiclana hasta el 25 de septiembre. Una exposición que cierra la propuesta estival del Museo con muestras tan variopintas como Dejando Huella. Daniel Gil Martín / Retrospectiva, Tattoo. Grabado en la piel o Marilyn in memorian, recientemente inaugurada.
“Poner en marcha esta exposición de Kapry en Chiclana era una cuenta pendiente del Ayuntamiento, porque lo hablamos hace tiempo cuando nos donó su pieza El que todo lo ve", ha indicado la delegada municipal de Cultura, quien ha resaltado la trayectoria del artista local, que también llevará la exposición a Ibiza. “Se trata de la primera exposición que Kapry trae al Museo de Chiclana, conjugando todo su conocimiento y trayectoria profesional”, ha indicado susana Rivas, quien ha añadido que “la obra no deja indiferente a nadie y nos hace reflexionar”.
Por su parte, Pedro Jesús Rodríguez Sánchez ha comentado que “yo soy hombre de pocas palabras y mi manera de comunicarme es expresando lo que siento a través de mis obras”. “No soy yo quien debe hablar de mis obras, porque ellas hablar por sí solas”, ha manifestado Kapry, quien ha agradecido al Ayuntamiento “la oportunidad que me brinda” y al equipo del Museo, “porque sin ellos no sería posible nada de esto”.
No es la primera vez este artista chiclanero expone al público su trabajo. Así, ya se pudieron ver interesantes muestras del mismo en el Museo Taurino Francisco Montes Paquiro y en el espacio expositivo de La Embajada. Incluso en el Museo se halla permanentemente expuesta una excelente obra suya, El que todo lo ve, donada a éste por su creador.
Así las cosas, esta nueva exposición ofrece su número; un número que sí importa en tanto que es ahora sinónimo de variedad, de una variedad que permite aproximar al espectador al ilimitado universo de Pedro Jesús Rodríguez Sánchez, Kapry, a su mundo de referencia, a sus intereses diversos, a sus preocupaciones más hondas. Un mundo suyo, muy suyo -construido, como se construyen los mundos, a fuerza de lenguaje-, tanto que se vuelve intransferible, lo que no quiere decir del todo incomunicable, ni mucho menos imposible de compartir. De hecho esta exposición es exactamente la puerta de acceso a ese mundo donde el mundo cotidiano se toma un respiro y crece. Una puerta que el mismo artista abre. Una invitación. Un “pasen, pues, y vean”.
Se trata de 42 obras de clasificación no usual, donde las manos y la frente, en enrasado diálogo, afrontan retos que superan con más que solvencia. Está el artesano que siempre ha sido y que tal se reclama -reivindicación constante por su parte-, pero también el pensador que piensa plásticamente su realidad: la que habita -posibilidades incluidas-, y la que es.
El dominio de su oficio -el otro- da aquí otros frutos, frutos insospechados, sorprendentes, sorpresivos. Una poesía de la materia donde lo conceptual y su plasmación material alcanzan igual altura. Un poeta en el genuino y amplio sentido del término. Un creador que toma materiales de desecho para expresarse, dotando de nueva/inesperada vida lo que se tenía ya por estéril y finito. Un reciclaje que no devuelve la materia a la materia sino que la saca de sí -la desquicia y la libera- y que por eso nos toca el alma.
Kapry “cuenta -en palabras de Nuria del Río, historiadora y crítica de arte- una historia con objetos visuales, que en principio no son artísticos, provocando una emoción en el espectador”. Obras realizadas con mimo -perfeccionista él en la ejecución de las mismas- y con ingenio, mucho ingenio.
No es una obra azarosa la suya. Hay, aparte imaginación, voluntad, como bien recuerda Nuria del Río en el texto escrito por ella para la ocasión. De ello dan cuenta los afortunados títulos de muchas de las piezas que nos hacen mirar más que ver, pensar y recrear la obra creada que tenemos enfrente. Títulos breves, incluso lacónicos, guiños breves y suficientes guiños que nos ofrecen, sutil y respetuosamente, una clave hermenéutica. Una llave de acceso. Tampoco más. Una exposición, por tanto, para recrearnos y para recrear. Una exposición de obras abiertas que impedirán la pasividad del público.