"Para la gente eres Max, el chico trans. Dejas de ser un chico para ser un "chico trans". No hay cosa que pese más que una etiqueta. A eso te reducen. A raíz de eso me cerré más en mi. Me dolió porque me relacionaba con la gente, pero no era en realidad yo. Yo mentía sobre mi pasado, decía que había estado en un colegio de niños. Me ha costado socializar porque lo que ocultas es tu vida, y eso no puede ocultarse".
Max no sabía que existían hombres transexuales hasta que tuvo 20 años. Ahora tiene 25 y está gestionando el cambio de sexo. Estuvo durante años ocultando su verdadera identidad y ya tiene lo que él llama “la respuesta”. La encontró hace tres años, cuando empezó la transición a ser lo que siempre había querido ser, él mismo.
Estuvo en un colegio del Opus Dei, algo que define como criarse en una burbuja. Allí sufrió acoso escolar, por su físico y porque descubrió que le gustaban las chicas. Max se cambió de centro sin consultarlo antes con sus padres. Como él mismo cuenta, ha vivido ocultando. Se lo contó a su madre por whatsapp por miedo a su reacción. Su familia acabó aceptándolo, aunque no todos al mismo nivel.
“Mi madre super bien desde el principio. Mi padre, cuando quede con él para decírselo, lo primero que me preguntó fue: ¿y te vas a poner pene? De verdad que hay gente que tiene que reducir toda mi identidad, mi ser, mi mundo interior… a lo físico. Me apoyó al final, pero todavía hasta me escribe en femenino por el WhatsApp”.
Se siente apoyado, pero sí ha tenido que pasar momentos incómodos. Una persona trans siempre tiene que estar dando explicaciones, justificándose e incluso sintiéndose responsable de los demás de su colectivo. En cuenta de Instagram compartía su proceso de hormonación, hasta que se borró las redes por exponer demasiado su vida. Prefirió centrarse en estar bien consigo mismo.
Gracias al programa ATRIO, la referencia en apoyo psicológico al colectivo LGTBIQ en Andalucía, ha logrado liberarse, socializar y normalizar su situación. Su psicóloga, Mari Ángeles Contreras, ha trabajado con más de 200 personas del colectivo LGTBIQ que han pasado por ATRIO desde que se creó en febrero de este año. Una iniciativa de la Asociación Engloba que está siendo todo un éxito en la ayuda psicológica a cualquiera que lo necesite.
Desde que entró en las terapias y grupos de apoyo, se siente más liberado y arropado. Ha encontrado su sitio, donde no le juzgan. Desde su experiencia, para toda persona que esté viendo esto y se sienta identificada, tiene un consejo: "Les diría que he pasado por eso. Y que aprendan a poner límites. Busquen ámbitos donde estén cómodos y se sientas ellos y ellas mismas. Busca momentos para ti, porque cuando te des espacio a ti te vas a empezar a conocer. Hay muchas asociaciones que dan apoyo, como ATRIO.
Aún queda mucho para vencer a la transfobia. Mientras tanto, Max ha contado su historia primero, por él, y luego, por si sirve de inspiración a más gente.