Juan Antonio Anquela advirtió el día que los veteranos acudieron a renovar su carnet de socio que esta temporada no pesáramos que sería nada fácil, que habría que visitar a rivales complicados, campos de esos que parecen más pequeños de lo habitual y donde los locales están habituados a otro tipo de juego que les hace ser difíciles de superar. El jiennense, que ha pasado por muchos banquillos en su carrera como entrenador, señala a El Palo. El equipo malagueño es un rival que cada año ofrece una batalla sin descanso y que es difícil de superar.
Este año tiene a David Campaña como entrenador y el ex del Porcuna ha implantado un juego con muchas diferencias a lo que se le podía ver en otras temporadas al equipo de la barriada malagueña. Más toque, más precisión, más control de balón y más verticalidad son producto de un trabajo minucioso que con una renovadísima plantilla ya ha comenzado a tener frutos. Estreno en casa con triunfo ante el Huracán y victoria de peso en Huétor Tajar le encumbran al liderato a la espera de la llegada del Real Jaén,
San Ignacio siempre ha sido un terreno de juego que cuesta para los rivales que llegan allí. Se dice que las dimensiones, pero está en regla con las que marca FIFA, que son como mínimo 45 de ancho por 90 de largo o 90 de ancho por 120 de largo. El caso es que el terreno de juego de El Palo mide 57 de ancho por 95 de largo. No está en el mínimo pero si que parece pequeño. Esto provocará que el juego ofrezca una versión de más llegadas pero con menos espacios para generar peligro. Beneficia también al juego del Real Jaén, todo sea dicho. La línea defensiva de Chumilla está rayando a una gran altura después de los dos partidos disputados y el carácter que tiene todo el equipo le hace tener un equilibrio para competir en cualquier lugar y con las dimensiones que haya de por medio. Supo hacerlo en Motril sobre una superficie natural que estaba en un estado paupérrimo y con uno menos por la expulsión de Óscar Lozano, que esta vez sí está a disposición del técnico para un partido en la cumbre.
El primero del Real Jaén, aunque hay que pensar que serán todos, porque la afición blanca hizo una demostración más allá del amor a un escudo y a un centenario el pasado domingo en La Victoria. Ese latido que le ha puesto a los suyos es más que la gasolina para llegar a Málaga tras cerrar una herida contra el Motril y ofrecer una brillante versión en todas las facetas del juego ante un Torre del Mar construido para ascender. Esa es la carta de presentación de un equipo que sabe sufrir también y que en la jornada 3 de este curso tiene seis puntos por el menos tres que le hacía ser colista en el pasado por la incomparecencia ante los motrileños.
Es como la otra vida, llegando a una calle del viento fresco, lleno de armonía y que no desafina ni en los cánticos. Esa otra vida tiene enfrente un partido difícil, pero no imposible. Y esa otra vida, la actual del Real Jaén ya no importa cuan estrecho haya sido el camino, ni cuantos castigos lleve a su espalda por el pasado escabroso reciente, porque los de Chumilla son amos de su destino y capitanes de su alma. En el Palo, en La Victoria y bajo las dimensiones del campo que sean.