Serrat (Barcelona, 1943) cuenta en una entrevista con Efe que Hijo de la luz y de la sombra (Sony) son 13 poemas de Hernández germinados como canciones “sin usar fórceps, sin urgencias” y que, a diferencia del “luto riguroso” que teñía el que le dedicó hace 38 años, limita tanto con la tiniebla como con el fulgor.
La idea inicial para el que hace su disco número 37 no era, sin embargo, la que ha fructificado.
Serrat tenía claro que en 2010 quería viajar por España con un nuevo trabajo y dado que se cumplía el centenario del nacimiento de Hernández pensó en recuperar dos canciones de las que hizo en 1972 para Miguel Hernández.
Pero empezó y cuando se dio cuenta tenía “un manojo de historias” que eran ya una obra nueva, autónoma, rica e interesante.
“El mundo de los demás no es el nuestro: no es el mismo” o “tus cartas son un vino que me trastorna” son algunos de los versos que perfilan la adolescencia, la plenitud, la depuración y el balance del poeta de Orihuela, muerto en la cárcel cuando sólo tenía 31 años.
“Yo no escogí los poemas que me parecía que tenían que ser los musicables. Lo que hice fue abrir el libro y releer uno a uno y establecer con cada uno el juego de la música y la letra esperando que la fortuna y el trabajo me devolvieran un resultado satisfactorio”, explica el cantautor.
De vez en cuando, rememora, se “liaba” con uno, que le “susurraba al oído” una melodía, y así pasó con el resto, siempre con el criterio de que la música naciera del poema “sin urgencias, fácilmente, como un parto sin fórceps, sin intentar sangrar el texto”.
“No están todos los que quería. Están los que están”, zanja sobre su selección con la que pasea desde la luz de la adolescencia del “poeta mártir”, con temas como el Dale que dale –en el que colabora Miguel Poveda– a la sombra y la oscuridad del Cancionero y Romancero de Ausencias, con paradas en la guerra y en su poema “fundamental”, Hijo de la luz y la sombra. Incluso recobra un “aria” de una de sus obras de teatro, “Si me matan, bueno. Si vivo, mejor”, a la que le ha dado toque “montuno” para homenajear al brigadista cubano Pablo de la Torriente.
Son todos versos “sólidos y frescos”, “más allá” del lugar y tiempo: “Uno de aquellos”, dice, la podría cantar un chaval que esté hoy en Haití ayudando a la gente y El hambre, “lamentablemente”, es “vigente” en la mayor parte del mundo.