Una crónica de Ada Salas y Marcos Sánchez.
Admitámoslo, el rock no está de moda. Dejó de estarlo hace mucho. La entrada del nuevo siglo no fue benévola con el espacio musical más grande del siglo XX, y lo ha relegado a un discreto segundo plano (incluso tercero) en el panorama estilístico de la música popular.
Sin embargo, como muchos agoreros llevan pregonando hace años, ni el rock está muerto, ni va a morir, porque ha demostrado una y mil veces que es atemporal y eterno, y porque muchos, cuales galos irreductibles, vamos a dar nuestra vida en ello.
Dentro de esos luchadores sin descanso se encuentran The Electric Alley, una de esas bandas que la casualidad quiso que nacieran en la provincia menos rockera del país menos rockero de Europa, pero en la que, sin embargo, están pasando algunas de las cosas más interesantes del rock nacional en los últimos 15 años.
La banda gaditana, que pronto cumple 10 años de su primer trabajo, ha ido batallando contra viento y marea frente al despropósito que es hoy día la industria musical rockera en este país, y mucho más en este pequeño rinconcito que es nuestra provincia. La falta de medios y existencia residual de un circuito de salas no ha vencido a esta banda sedienta de directos. Todo lo contrario, lejos de amilanarse, han sabido reponerse a todo ello a base de dentelladas, grandes directos, extraordinarias canciones y una honestidad digna del mayor elogio, metiéndose a una legión de seguidores en el bolsillo por méritos propios.
Estos seguidores no fallaron el pasado sábado 7 de enero y a pesar de la resaca navideña, colgaron el Sold Out absoluto en la sala jerezana La Guarida del Ángel, que va camino de convertirse en otro símbolo de la “Resistencia” gracias al “currazo” del incombustible Rafa Lobo, al cual le debemos varias décadas de rock en nuestra ciudad y en definitiva, una apuesta firme por la música en directo.
La banda venía presentando su último disco, el muy celebrado “Apache”, que supone su cuarto trabajo, y que debería ser el de la confirmación más absoluta de la banda dentro del top nacional.
Con la sala a reventar y con muchísimas ganas de ver a la banda llevando dicho disco al directo, comenzó el concierto a las 23.00h en punto (ese es otro melón a abrir) con una intro que dio pie al tema que abre y da nombre al disco, un pildorazo de hard rock melódico, marca de la casa, con un estribillo que hace estremecer a cualquiera, seguido de otro temazo de estribillo demoledor como es “Hurricane”.
Porque esa es la tónica del nuevo disco, un disco sin artefactos, directo y que no esconde nada. Un disco que, tal y como los integrantes de la banda adelantaban en el programa Cádiz Suena Bien, “es menos rockero y menos salvaje que los trabajos anteriores, pero se adapta al crecimiento del grupo y al inevitable paso de los años”. Sus estribillos resultones entre riffs te trasladan directamente al Sunset Strip de los 80, con sonoridades más bluesys y eso es algo a lo que no nos cuesta nada acostumbrarnos.
A pesar del lógico cansancio de la banda, algo que ellos mismos se encargaron de confirmar tras haber tenido que pasar por distintas vicisitudes durante este último año, la banda sonó compacta y segura de sí misma, destacando la voz de Jaime, que parece atravesar su mejor momento. Continuaron desgranando temas del disco que se presentaba, como “One Lasting Light”, la coreada ¿“What´s going on?”, “Writing’s on the Wall” o “Fireworks”, todo ello con el buen hacer de Rafa y Sergio (batería y bajo) en la base rítmica y los solos ejecutados a la perfección de Nando Perfumo, que está tocando como nunca.
También hubo tiempo para “viejos éxitos”, sonaron contundentes temas como “Last Letter” o la traca final “Get electrified!” y “Eagles Fly Solo”.
Tras un sentido saludo y agradecimiento por parte de la banda a una audiencia que estaba disfrutando de lo lindo, se despidieron con la versión de “Whole Lotta Rosie” de AC/DC, poniendo un broche final perfecto a una intensa noche de rock en la irreductible aldea gala que supone la escena gaditana en el mundo del rock.