“El pueblo se encuentra en el origen de la fiesta, la ha mantenido y la va a mantener. Yo tengo fe en el pueblo si se sigue moviendo”, reflexionó ayer El Viti durante un encuentro informativo con la Agencia Efe celebrado dos semanas antes de recoger en Salamanca el Premio Castilla y León de las Artes.
Por su parte, el “granito de arena” que pueden aportar los profesionales es el de “llamar la atención para que el público siga yendo a los toros”, pero es éste el que “debe protestar cuando le quiten su libertad y el derecho” a asistir a un espectáculo taurino, añadió quien también fue ganadero durante veinte años.
Sin dejar de lado las razones de los antitaurinos, El Viti alberga alguna esperanza de que la fiesta remonte en Cataluña, cuyos políticos abolicionistas, a la luz de las últimas movilizaciones, “ya saben que su actitud puede traerles malas consecuencias: creo que no lo han pensado bien”.
“Cuesta trabajo considerar el respeto a los que protestan, pero hay que hacerlo porque tienen su razón. Para mí, pierden las formas, que muchas veces son las que hacen cambiar los resultados”, advirtió el diestro nacido en Vitigudino (Salamanca) en 1938 y que más veces ha cruzado la puerta grande de Las Ventas en la historia del toreo, hasta dieciséis (dos de ellas como novillero).
A sus casi 72 años, de ellos casi dos décadas en la cúspide del toreo con más de 1.200 paseíllos censados como matador de alternativa en los ruedos de España, Francia e Hispanoamérica entre 1961 y 1979, El Viti insistió en su certeza de que la afición catalana “no es lo que unos pocos nos quieren hacer ver”.
Evocó en este sentido, al margen de su propia experiencia tanto en Las Arenas como en la Monumental de Barcelona, épocas en la que se daban más toros en esa capital que en Madrid, además de numerosos festejos en Gerona, Tarragona y Figueras con un público “de todo tipo”, aficionado y de paso.
“¿Se iban a dar tantas corridas sin una historia del toreo detrás?”, se preguntó el diestro salmantino antes de hacerse eco de la figura de Pedro Balañá Fort, como uno de los empresarios ejemplares, lucidos y visionarios, que en Barcelona supo “sembrar para recoger” tanto los frutos económicos como los de la forja de aficionados.
Ganaderos, toreros y aficionados “de todo el mundo”, añadió, se han hecho eco de la importancia de la historia del toreo en Cataluña, “por eso no puede ser que hagan esto los cuatro que ahora tienen la batuta” en el Parlamento de esa comunidad autónoma. Dos semanas antes de recoger la medalla acreditativa del Premio Castilla y León de las Artes, El Viti recuerda la dureza de su profesión.