Como con la mala publicidad, uno se pregunta inevitablemente quién demonios dio su aprobación para incluir en el Plan de Calidad Institucional del PP, presentado en Cádiz con boato, la propuesta de que las alcaldías recaigan en la lista más votada. Un mal anuncio. Borja Sémper, que ahora no hace versos, sino que pregona la moderación, no fue. O al menos eso se colige de sus palabras en una entrevista en la que reconoció que la iniciativa tiene muchas aristas y que requiere un debate profundo. Y tantas y tanto. Ahora vamos con ello. Lo primero es señalar al responsable. Juanma Moreno, tampoco es el ideólogo. Porque en 2019 se hizo con el Gobierno de la Junta de Andalucía con el apoyo de Vox dado que el PSOE obtuvo mayoría relativa y tan bien. El resto de barones territoriales, tampoco. Se han apresurado a mostrar reticencias sin reparo. Los alcaldes y candidatos a las alcaldías, callan. Todo hace indicar, por lo tanto, que ha sido el propio Alberto Núñez Feijóo, quien mantiene el tipo en las encuestas, con una ligera ventaja sobre Pedro Sánchez, pero a quien cada día le cuesta más mantener ese aura de infalibilidad. Es bastante probable que reduzca su exposición pública hasta mayo. Al menos, sería recomendable.
El documento para la regeneración institucional suena bien en conjunto. Subyace cierto adanismo en el fondo de las propuestas porque el partido de Núñez Feijóo gobernó España anteayer, como quien dice. Pero no está mal, especialmente lo referente a la unidad nacional. Lo del poder judicial se queda corto. Y reivindicar la independencia del CIS, CNI o RTVE es un ejercicio de cinismo político si nos atenemos a los antecedentes también del PP en este sentido. Aunque, insisto, como declaración de intenciones, como lo ideal, fetén.
Todo bien o regular hasta lo de las alcaldías. La propuesta ha hecho correr ríos de tinta. Sorprendente. Porque Javier Arenas ya lo propuso en 2003, hace veinte años, cuando el todavía senador, aspiraba a la Presidencia de la Junta de Andalucía y controlaba el partido con José María Aznar en el poder. La idea es viejuna y no abrió debate entonces porque la España de la primera década del siglo XX apreciaba, como aprecia todavía, las reglas del juego democrático.
Feijóo se equivoca. El pacto forma parte de nuestro sistema electoral y político, el modelo representativo legitima a los concejales a formar gobiernos de coalición, pese a no ser la lista más votada, que están legitimados por la voluntad popular delegada en estos casos en los ediles. Si lo que el presidente del PP quiere es llevar a cabo una reforma de la ley electoral, tendría que presentar una alternativa más ambiciosa y, sobre todo, justificarla.
El ex presidente de la Xunta despachó el asunto en una decena de palabras. La dirección de la formación tampoco ha detallado el alcance de la propuesta. La impresión es que quiere dejar fuera del poder a los minoritarios (muy democrático...) y amarrar alcaldías que no tiene claras. En cualquier caso, malbarató con la ocurrencia el Plan de Calidad y abre un debate delicado en las que tiene las de perder: el PP sigue siendo minoría en las Cortes Generales porque gobierna, precisamente, la candidatura más votada.
