La confección propia para los personajes principales e incluso para la figuración es la característica principal de las películas que se disputan el Goya a Mejor Vestuario, pura artesanía al servicio de cada historia en una edición en la que, según los candidatos, "hay un nivelón brutal".
Este año, en el que han aumentado de cuatro a cinco los nominados en cada categoría, los aspirantes al Goya a Mejor Diseño de Vestuario suman seis, al haber habido un empate, que la Academia de Cine no ha querido desvelar.
Nerea Torrijos (Bilbao, 1985) ha realizado el vestuario de "Irati", de Paul Urkijo, y asegura en una entrevista con EFE que "hay un nivelón brutal".
La película, ambientada en el s. VIII, "es un poema" que transcurre en el bosque, enmarcada en una época que les obligó a teñir las prendas hasta en 50 colores distintos, "una confección muy artesana" para un vestuario que ha necesitado un cuidado y limpieza especial para preservarlo de la humedad.
Prendas que han estado contacto con el barro, bajo doce horas de lluvia o en una cueva, con "mucha pie y cotas de malla" que la hacían más pesada.
En "Modelo 77", Alberto Rodríguez y Rafael Cobos cuentan la Transición española a través de la cárcel Modelo de Barcelona, un trabajo por el que Fernando García (Sevilla, 1975) ha conseguido su quinta nominación con un vestuario "sordo que, de entrada, no llama la atención".
Un trabajo "complicado" -explica a EFE-, con personajes reales en un espacio histórico, en el que el vestuario debía permitir diferenciar a los presos comunes de los políticos, "que vestían de una manera más coherente".
Prendas para 80 actores, de invierno y verano, para los que ha hecho a medida desde camisas a pantalones vaqueros, en las que el color se marca en ligeras pinceladas y donde los cascos grises de los antidisturbios se confeccionaron en Alemania.
Cristina Rodríguez (Benidorm-Alicante, 1969) es la autora del vestuario de "Malnazidos", de Javier Ruiz Caldera y Alberto de Toro, una película de zombies ambientada en Guerra Civil, en la que hay "en la que la estética te entra por los ojos, incluso en el feísmo".
Una película que la que la diseñadora ha querido que el espectador fuera empático con los personajes a través del vestuario. "Gente con carisma en los dos bandos, que visten raro, pero que sientes que podrías llevar lo mismo", creaciones "artesanales de arriba abajo".
Donde los complementos cobran una importancia especial como la toca de la monja, "más corta de lo habitual", o el peculiar gorro de aviador de uno de los protagonistas. Piezas de la época en la que se enmarca la película, revisitadas y donde hay mucha mezcla.
"En el cine hay que saltarse la realidad y yo juego al límite", subraya.
Las manos minuciosas de Alberto Valcárcel (Avilés-Asturias, 1970) han sido las encargadas de la confección del vestido de la fiesta de fin de año que luce Bárbara Lennie en "Los renglones torcidos de Dios", de Pablo Oriol, con 1.600 cristales Swarovski sobre base de cristal facetado checo.
Una película que le ha permitido diseñar para una mujer "acostumbrada al lujo", con referencias al estilo de Catherine Deneuve de esa época y "a la alta costura"; un personaje al que el color y el diseño le convierten en una estrella de cine, un elemento fundamental en su desarrollo "porque su vestuario es parte de su lenguaje", le da poder.
En el lado opuesto, la ropa de las personas recluidas en un psiquiátrico, con prendas ajadas y combinaciones imposibles, "lo más complicado de todo", junto con el vestuario de los médicos de los que "había pocas referencias".
Suevia Sampelayo (Barcelona, 1979) sabía que en "La piedad", de Eduardo Casanova, el diseño de vestuario era una elemento angular con el que trabajó la parte psicológica de la madre y el del hijo, que es una extensión de ella misma, algo que destaca en la confección con el mismo tejido del pijama, la bata y el hecho de utilizar multitud de lazos en un vestuario que infantiliza.
"El lazo puede ser un adorno bonito, pero también simboliza esa unión que oprime", detalla, de la misma manera que el rosa, un color naif, provoca el sentimiento contrario en el contexto.
Pero además del rosa, confluyen el negro y el gris, siempre presentes fuera de la casa que marcan la distancia con el resto de personajes.
Un vestuario en el que también han trabajado los diseñadores Manuel Bolaño y Jaime Álvarez, de Mans Concept.
Paola Torres (Gran Canaria), que ya consiguió el Premio Goya 2017 al Mejor Diseño de Vestuario por su trabajo en la cinta '1898. Los últimos de Filipinas', se ha encargado ahora del vestuario de "As Bestas", de Rodrigo Sorogoyen, donde la naturaleza y los paisajes funcionan como elemento hostil, reflejo de lo salvaje frente a lo civilizado, en un ambiente rural y de trabajo en el campo.