El primer día de semifinales no fue tan multitudinario como se esperaba, demasiados huecos en el Teatro en su inicio, a pesar de que se fueron ocupando las butacas a medida que iba avanzando la noche. Aún así, el buen ambiente se mantuvo durante toda la jornada, siendo uno de los concursos más animados que estamos viviendo en los últimos años.
En esta segunda vuelta la exigencia es mucho mayor y se nota que ‘el coliseo quiere sangre’ y está recibiendo material suficiente para ir saboreando la calidad que este certamen de coplas se merece. Letras muy dignas al centenario del Gran Teatro, a la homosexualidad, al maltrato. Críticas duras a la guerra, al Gobierno, al paro e incluso más localistas, al propio carnaval. El autor de esta fiesta no tiene parangón en cuanto a decir lo que piensa en multitud de estilos y formas, creando verdaderas odas a todo aquello que ama, que le importa o que le preocupa. En esencia, esa es la magia que encierra esta fiesta, la libertad de expresar aquello que se siente mirando fijamente a un público, sintiendo aquello que se expresa y afrontando las consecuencias que puedan llegar a generar. Ahí está la magia del carnaval, en saber aprovechar 25 minutos de protagonismo en un escenario y sacarle el máximo partido.
Quiero destacar que son muchas horas de trabajo para elaborar lo que vemos cada noche en el escenario y el público debe respetar esos momentos que son suyos, ganados hasta el último segundo. Es una falta de respeto que se esté molestando a las agrupaciones, hay que saber cuándo callar, solo es cuestión de saber escuchar. Quien desee más protagonismo, que se integre en un grupo.
La primera noche de teatro de las semifinales del Colombino la afrontó la chirigota de Ayamonte, ‘Los embusteros’, que elevaron algo más el nivel y dejaron un buen ambiente. Supieron arrancar los aplausos del público y lograron un aceptable pase.
La comparsa de Jesuli Perojil y Alejandro Almansa fue la siguiente en romper el hielo, marcando el ritmo con dos pasodobles en su estilo más profundo y particular, sello y seña de este autor, ya consagrado, que logró levantar al respetable en ambas piezas. Popurrí cargado de contenido social que conecta con el público y un bonito final antes del cierre de telón. Agrupación que está entre las grandes de este certamen, con opciones claras para disputarse la final.
La chirigota de Bollullos par del Condado, ‘A quién le importa lo que yo haga’, mostró un simpático repertorio lleno de cuartetas que hicieron las delicias de los asistentes. Grupo trabajado, bien cantado y con buena interpretación. Cabe valorar el tipo, difícil de llevar, pero han sabido sacarle mucho partido.
La comparsa de la misma localidad, ‘El sacrificio’, fue todo un espectáculo interpretativo, así como la calidad en el montaje. Pasodobles muy bien llevados y con giros inesperados que sorprendieron bastante. Destaco su presentación, que es toda una obra en sí, llena de juegos de voces, ritmos y manteniendo el tipo. Dicha comparsa entra en ‘la pelea’ por ese codiciado puesto en la final.
La noche la cerró la chirigota de Huelva, ‘Hasta aquí hemos llegado’, primer premio del pasado concurso, que volvió a subir el nivel en su actuación. Dos grandes letras directas y valientes, cambios en su repertorio y muy buena actitud en el escenario. Quizás, por poner alguna pega, algún que otro momento de desorganización, aunque es más bien una apreciación. Chirigota que deja clara sus expectativas y que vienen a por todas. Una de las agrupaciones que más conectan con el respetable, siendo uno de sus puntos fuertes la improvisación. Una de mis primeras agrupaciones con calidad suficiente para estar en la Gran Final. Mucha suerte a todos.