Prohibir los vuelos de corta duración y sustituirlos por trayectos en tren con duración inferior a 2,5 horas tendría un "impacto moderado" en la reducción de emisiones de CO₂, ya que la aviación es responsable sólo de un 3% de las emisiones totales del planeta, según un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya.
El estudio de la UOC, publicado en la revista Case Studies on Transport Policy, señala que la medida también tendría implicaciones en cuanto a inversiones en infraestructuras de alta velocidad y pérdidas de tiempo de viaje.
El punto de partida del estudio es la decisión del Gobierno francés de prohibir los vuelos de corta duración que tengan alternativas ferroviarias de menos de 2,5 horas, con el objetivo de reducir las emisiones de CO₂ y combatir el cambio climático.
El estudio ha analizado cuál sería el impacto de la medida en Alemania y ha concluido que, de aplicarse, tendría un "impacto moderado en la rebaja de emisiones", a la vez que ha alertado sobre las implicaciones en cuanto a inversiones en infraestructuras de alta velocidad y pérdidas de tiempo de viaje.
"Nuestro estudio estima una reducción potencial de las emisiones de CO₂ de entre un 2,7 % y un 22 %, dependiendo de lo estricta que sea la sustitución de vuelos", ha dicho el profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la UOC e investigador principal del grupo SUMAT Pere Suau-Sánchez, que ha liderado la investigación.
Sin embargo, ha subrayado que "debemos ser muy realistas respecto a las expectativas que se pueden generar con estas medidas porque, al fin y al cabo, la aviación es responsable solo de un 3 % de las emisiones totales del planeta".
Para el investigador, la medida debería implementarse de forma "selectiva" y "analizarse caso por caso".
"Hacer políticas generales de prohibición de vuelos de corta duración con unos umbrales iguales para todos los aeropuertos puede originar problemas de conectividad internacional, sobre todo en las regiones más periféricas, e incluso podría obligar a recorridos más largos que acaben contaminando más", ha argumentado el experto.
Para determinar qué vuelos son susceptibles de ser sustituidos, los investigadores han analizado 87 rutas en Alemania y han calculado las alternativas a los trayectos aéreos de corta duración.
La investigación también ha tenido en cuenta los itinerarios completos de los pasajeros para evaluar el impacto de las cancelaciones potenciales en los viajes de larga duración, ya que muchos de los viajeros que utilizan los trayectos cortos lo hacen como un paso intermedio a una conexión internacional.
"Una media del 17 % de las reservas de este tipo de vuelos son para destinos de Asia-Pacífico y del 24 % y el 25 % para los mercados latinoamericano y estadounidense, respectivamente", señala la investigación.
El estudio también ha observado que la sustitución de los vuelos de corta duración implicaría un aumento de entre el 4 % y el 13 % de los usuarios de la red ferroviaria en comparación con los datos de 2019, lo que "requeriría una mejora sustancial de las velocidades, capacidades e integración multimodal de la red ferroviaria de alta velocidad".
"Estas inversiones en infraestructuras también comportarían un incremento en la emisión de CO₂ que debería tenerse en cuenta al valorar las medidas", advierte el estudio.
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Cambiar vuelos cortos por viajes en tren mejoraría poco la contaminación
Para el investigador, la medida debería implementarse de forma "selectiva" y "analizarse caso por caso"
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