Desde 1985 instaura la celebración de la erizada popular en Madrid, llegándose a cortar las calles adyacentes al Mesón para poder acoger a tanta gente como acudía a la misma, para lo cual fue imprescindible contar con la colaboración del Ayuntamiento de la capital.
Chirigotas de carnaval, cantaores de flamenco, excursiones a la Feria de Algeciras desde Madrid y la instauración del Erizo de Oro fueron algunas de las actividades que se organizaban en el Mesón que cerró definitivamente sus puertas durante la semana de Feria de 1999.
Guerrero Soriano, a sus 69 años de edad, asegura que este nombramiento “ha sido un honor y una satisfacción enorme, que dedico a mi mujer y mis tres hijos, porque sin ellos no podría haberme dedicado en el Mesón Algeciras a satisfacer mi nostalgia y mi añoranza”. Por ello, quiso agradecer “a la concejala delegada de Feria y Fiestas, Inmaculada Nieto, que haya pensado en mi persona y también al gerente de Fiestas, Antonio Berrocal”.
También este reconocimento “se lo debo a otras personas que contribuyeron a que mi negocio consiguiese límites insospechados inicialmente”. En este caso, “Villaverde Valencia, un tarifeño afincado en la ciudad, frecuentaba el mesón y un día se le ocurrió celebrar alguna actividad, que yo después yo decidí celebrar, como fue la erizada”.
Pero según asegura, otros algecireños contribuyeron al renombre que alcanzó su negocio como “María Victoria Suárez, que se ofreció a subvencionar esta iniciativa”.
Después llegaron otros personajes locales que colaboraron como “Alberto Pérez de Vargas, Sergio González Otal, con conexiones con Radio Algeciras de la Cadena Ser y tantos otros algecireños que recalaban en el mesón cada vez que se desplazaban a Madrid”.
“No acaba de despegar”
Enamorado de la ciudad que le vio nacer y en la que ahora reside, Juan Guerrero Soriano ha visto a retazos la evolución de Algeciras pero considera que “no termino de ver despegar a la ciudad, porque se la ha ido comiendo el Puerto, a pesar de los puestos de trabajo que genera, porque nos hemos quedado sin playas y al transitar por el paseo marítimo sólo se ven las grúas”.
Además, recrimina a sus conciudadanos “que en determinados momentos, la ciudad parezca desierta” aunque cree que “esto se debe a que no se promueven iniciativas para evitar que, en los días festivos, los algecireños prefieran desplazarse a otras poblaciones”.
Guerrero Soriano es de los que consideran que “tiene un encanto especial la Feria de noche, aunque por mi edad, reconozco que apenas puedo ya disfrutar de ella”. En cualquier caso, reconoce que no quiere ni oir hablar de las llamadas casetas discoteca, porque “desvirtúan la esencia de la Feria”.
