Ya lo sabíamos, pero a veces nos viene bien recordar aquello que somos. Málaga es una ciudad de cine. Cualquiera con un par de dedos de frente sabe que esta urbe, hija de los dioses del Mediterráneo, y a la que tanto cantaron Aleixandre y Pérez Estrada, es, como uno de nuestros más grandes de nuestros poetas dijo, un Martini del Mar. Mi buen amigo Jorge Serra, director del cementerio de San Miguel, ese que encierra la memoria de la Málaga decimonónica y de principios de siglo, siempre comparte la misma frase en sus redes sociales tras sus caminatas dominicales: “¡Qué suerte recorrerte!”, pensamiento que refleja lo que piensan muchos de sus conciudadanos. Es innegable que la capital de la Costa del Sol es mejor ciudad que hace veinte años, pero bien es cierto que el salto experimentado está produciendo desajustes y dejando atrás a buena parte de los malagueños. Ahí están los estudios. Ahí están los críticos. La búsqueda del equilibrio siempre es compleja, pero debe ser el fin del buen gobierno. Y los desequilibrios actuales, sobre todo los sociales, pueden lastrar el bien futuro. Ahí tienen la vivienda, los pisos turísticos que devoran nuestra alma o la expulsión de vecinos de determinadas partes de la ciudad. Y el desempleo, claro, que sigue situando en el vagón de cola a una ciudad que debe socializar sus ganancias ya o, de otra forma, no seducirá a los primeros entre los nuestros: los vecinos. Digo que, pese a todo, Málaga es una ciudad de cine, entre otras cosas por ese Festival de Cine Español que es ya orgullo de todos y cada uno de nosotros y que cada año crece en calidad y aceptación social. Málaga no puede entenderse ya sin su alfombra roja ni sin el paseíllo sistemático de diferentes actores, actrices, directores y guionistas que vienen aquí cada primavera a enseñarnos lo mejor que han hecho en los últimos tiempos. Es deber de cualquier gobierno municipal mantener esta apuesta cultural en nuestra agenda. El otro día decía nuestro querido Juan Antonio Vigar, uno de esos incansables trabajadores en pro de la cultura, que es lo mismo que trabajar por la paz social, que el Cervantes ya se nos queda pequeño para las galas que acoge esta cita con el cine español. Y hablaba de ese auditorio que tendría que construirseen la explanada de San Andrés, en el corazón del Puerto, y que aún hoy seguimos esperando. Tendríamos que mirárnoslo ya y agendarlo. Por el bien de esta ciudad de cine.
Fuego amigo
Málaga, de cine
La búsqueda del equilibrio siempre es compleja, pero debe ser el fin del buen gobierno
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En mis columnas hablo de la Málaga que fue, de la que es y, a veces, de la que será
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