Desde la parroquia de San Pedro y con los habituales momentos de agobio ante la avalancha de público, la hermandad servita del Santísimo Cristo de los Remedios y Paz y Nuestra Señora de los Dolores recuperó otra imagen clave del Jueves Santo en Arcos de la Frontera.
Su primera gran novedad afectó al horario de salida, adelantado media hora, a las siete de la tarde, para terminar en torno a la una de la madrugada ya del Viernes Santo. Del mismo modo, hubo una modificación en el recorrido, pues la procesión no tomó este año por la calle Alameda, sino que dio la vuelta por Callejón de Chiqueros para retornar de nuevo a su templo. Por medio, un amplio itinerario especialmente bello por el casco antiguo, por su barrio, y por los palcos instalados en la plaza del Cabildo dentro de la carrera oficial. La hermandad, cuya nueva junta de Gobierno comenzó su mandato en enero pasado con el nuevo hermano mayor, David Romero, no realizó grandes estrenos respecto a los enseres, salvo el color de los cirios y la supresión del cíngulo rojo en las mujeres de mantilla al no tratarse en este sentido de una hermandad sacramental.
La cofradía mostró a su Cristo con un bello exorno floral a sus pies, portado por los hermanos y bajo la dirección de Juan Alba, y a su dolorosa madre con sus puñales clavados para simbolizar su pena por el hijo muerto, paso dirigido en este caso por el capataz y hermano mayor, David Romero.
Con una sobria puesta en escena, como corresponde al hecho de Jesús muerto, la procesión transcurrió como su nombre popular indica, en silencio, roto solo por la banda de música y la saeta.
Como ya viene realizando el Ayuntamiento con cada una de las hermandades, la del Silencio recibió la visita de los delegados Jesús Rojas y Juan Ramón Barroso para recibir de la Corporación una ofrenda floral y sus mejores deseos.
