La noticia de la denuncia en Logroño de una violación en grupo a dos niñas de 12 y 13 años por parte de siete menores de edad -dos de ellos sin haber cumplido los 14 años- ha supuesto esta semana una sacudida en la conciencia de una sociedad que parece empeñada en seguir mirando hacia otro lado a la hora de afrontar definitivamente uno de los grandes retos contra el machismo y la violencia machista en nuestro país: su agravada influencia entre los adolescentes.
Una situación que está postergando el tránsito hacia la figura del hombre igualitario bajo la influencia de una serie de fenómenos que ponen en evidencia la necesidad de intensificar los esfuerzos en la prevención y, en especial, entre edades más tempranas, tal y como han defendido estos días en Jerez psicólog@s, sociólog@s y forenses en unas jornadas en las que ha quedado de manifiesto el largo trabajo que aún queda por delante.
Lo atestiguan diferentes informes: el machismo se ha intensificado en jóvenes de entre 15 y 25 años, sometidos a la influencia de discursos del odio hacia la mujer y de enaltecimiento del riesgo y la demostración sexual masculinas a través de internet y el contacto con la pornografía, cada vez, desde edades más tempranas. La manosfera -espacios digitales antifeministas, en los que se victimiza al hombre y se potencia la misoginia- y la narcoerotización están consolidando determinados arquetipos de conducta masculina que se encuentran detrás de las agresiones violentas y sexuales a menores de edad.
Mariana Abeledo, psicóloga forense y sanitaria especialista en violencia de género y violencia sexual, empezó a trabajar hace doce años en casos de violencia sexual infantil en la provincia. Hasta ahora las agresiones sexuales habituales eran las de un varón adulto y en su sano juicio, pero han empezado a surgir “categorías nuevas entre iguales, casos de chicos que agreden a chicas, porque creen que pueden hacerlo. Es el único motivo”, apostilla.
De hecho, da un dato escalofriante: en 2022, en la provincia de Cádiz, hubo 331 expedientes judiciales relacionados con agresiones a menores por violencia sexual por adultos o menores. Sin embargo, el colofón a la tragedia tiene lugar poco después en sede judicial, donde dice haber encontrado a jueces, “con argumentos aparentemente igualitarios, que terminan justificando la agresión” bajo la aparente excusa de “qué culpa tiene el joven de criarse a través del porno”. Para Abeledo, “eso no puede utilizarse como argumento cuando se es responsable de unos hechos”. Sin embargo, no acaba ahí la cosa, ya que tampoco ha presenciado “arrepentimiento” entre los chicos que habían cometido el delito.
Ella misma ha realizado charlas en institutos de la provincia en las que ha contado con jóvenes que han sufrido violencia machista y sexual para que relaten sus casos a los adolescentes; y sin embargo, lo que se ha encontrado es un “modelado de los chicos brutal”, ya que no solo defienden los postulados machistas, sino que “nadie del centro se lo recriminó en público para contrarrestar sus argumentos”.
En este sentido, apunta a una de las posibles soluciones: “Necesitamos referentes que sirvan de modelo a estos jóvenes”. Se refiere a “influencers” que prioricen mensajes basados en la igualdad y el respeto hacia las mujeres, en la definición de esa masculinidad igualitaria que sigue jugando en desventaja frente a la expansión del porno entre menores y adolescentes a través del acceso gratuito en internet y al papel predominante de esos otros “influencers” que están contribuyendo a la perpetuación de mensajes machistas.
Según los resultados del reciente Barómetro Audiovisual de Andalucía, presentado hace unos días, el 43,9% de los menores de 18 años comienza a hacer uso de internet antes de los 8 años de edad. No solo eso, los jóvenes de entre 16 y 24 años dedican casi seis horas diarias a navegar por internet. Y entre los contenidos a los que tienen acceso gratis se encuentra la pornografía, ya que el 68% de los padres andaluces dicen no ejercer control sobre sus hijos para comprobar si acceden o no a estos contenidos.
Carmen Ruiz Repullo, socióloga, profesora de la Universidad de Jaén y Premio Unesco a la educación de las niñas y mujeres, apunta a uno de los momentos clave que han incidido y fortalecido esa circunstancia: la pandemia, que disparó el consumo de internet y activó a los lobbys machistas para extender su mensaje a través de lo que ha dado en llamarse como la “manosfera”; es decir, sitios de internet “basados en la masculinidad de ayer” y amplificada con la masculinidad de hoy, “basada en el riesgo y la demostración sexual de la mano de la narcoerotización”. En su opinión, “el triunfo del riesgo y del sexo es lo que puede estar detrás de las agresiones que estamos viendo”, porque se ha convertido en “una cuestión de grupo, de fratía, de identificación”, que ha terminado “llevada a las aulas”.
Y cita como ejemplo el fenómeno de la comunidad “red pill” (píldora roja), un “espacio solo para varones heteros basados en el mensaje de que las mujeres son malas y hay que tomar la pastilla roja de los hombres buenos, y no la azul, como en Matrix. Y esto -advierte- está llegando al alumnado”, a partir de un argumentario basado en una serie de líneas muy claras: “la igualdad entre hombres y mujeres ya está alcanzada, y el siguiente paso es ir contra ellos. La segunda, que se está magnificando la violencia. La tercera habla de victimirzar a los hombres y culpabilizar a las feministas de la situación”. Así, expone, “se está forjando la nueva identidad de la masculinidad”. De hecho, según un reciente estudio, uno de cada cinco jóvenes, de entre 15 y 19 años, “creen que la violencia machista no existe”.
La solución, para Repullo, solo tiene un camino: “formación y políticas públicas”, ya que “el entorno es hostil y romper el arquetipo de la masculinidad es difícil, sobre todo para la adolescencia”. Mariana Abeledo, coincide en ese enfoque, pero corrigiendo errores del pasado, ya que entiende que se están dando pasos hacia atrás. “Se nos olvida dar continuidad a los recursos. Hubo un boom pero se diluye en el tiempo”, a semejanza de lo ocurrido con las campañas sobre el SIDA en los años 80 y 90, que concienciaron sobre la enfermedad, pero que una vez desaparecidas han provocado que vuelvan a crecer los casos entre los jóvenes de hoy en día que desconocen esa realidad.
Abeledo lo vive en su día a día y a partir del análisis de su labor profesional durante los últimos 30 años. “Cuando empecé, las mujeres a las que atendía eran señoras, de 40 o 45 años en adelante; sin embargo, ahora cada vez hay mujeres más jóvenes, incluso chicas de entre 14 y 18 años, que sufren la misma violencia que las mujeres adultas y más violencia sexual normalizada”. De ahí que coincida en que “la prevención es la clave”, y cuando a edades más tempranas mejor.
Como defiende Carmen Ruiz Repullo, “hace falta un Plan de Coeducación, porque hay gente quemada por la desasistencia de las administraciones, y hace falta respuesta colectiva. Formación a profesores, familias, alumnado, con recursos. Trabajar la feminidad empoderada y la masculinidad en igualdad; la prevención en violencias machistas; y la educación en sexualidad integral y feminista en todas las edades”. De hecho, considera que cuestiones como la de el consentimiento, “la etapa más interesante para abordarla, es en la infantil”.
Daniel Leal, psicólogo y coordinador del Programa Hombres por la Igualdad en Jerez, considera que una de las claves es que “se está abandonando a los más jóvenes ante los discursos machistas”; además en unas circunstancias en las que está abundando lo que él denomina como “machismo hooligan”. De su experiencia con jóvenes en las aulas admite “discursos crueles” entre menores con 12 y 13 años. “Tienen que ver alternativas, porque ven el machismo como la única opción posible. Esos chicos jóvenes deben ver que la realidad de la lucha de las mujeres existe, y para ello necesitan refuerzos a favor del feminismo desde dentro de los hombres”, por lo que considera clave la aparición e implicación de “influencers referentes” para esta generación en favor del discurso igualitario.
Iván Sambade, filósofo y profesor de la Universidad de Valladolid, donde es profesor de un Máster sobre violencia machista, apunta asimismo al tema de la pornografía: “Hay menores de 12 años que están accediendo ya al porno a través de internet, y que no saben que la pornografía es pedagogía de la violencia sexual”. De hecho, entiende que detrás de las agresiones sexuales de menores hay una “correlación” con el consumo del porno, “si no causalidad”.
Miguel Lorente, médico forense, profesor de la Universidad de Granada y ex delegado del Gobierno contra la Violencia de Género, coincide en que “los chavales de 16 años están perdidos. Todos dicen lo que dicen los influencers que lanzan esos mensajes machistas”. Asimismo incide en el tema de la edad. “Cuanto más joven, más tradicional y más machista son los adolescentes”. Se refiere a jóvenes de entre 15 y 25 años. “Son los que niegan la violencia contra las mujeres, y los que consideran que si es de poca intensidad, no lo ven un problema. Es una posición muy machista para ser tan jóvenes”.
Y, como apunta Ruiz Repullo, no conviene olvidar que “el machismo no es una construcción individual, sino colectiva”.
Perfiles machistas
La socióloga Carmen Ruiz Repullo tiene elaborados una serie de perfiles machistas que podemos encontrar en la sociedad, desde el feministo buenista -“hablan desde el respeto, pero no están de acuerdo con el feminismo”-, hasta el “seductor” o “coach de la seducción”, que enseña a los demás qué es lo que hay que decir a las mujeres para seducirlas. Pero además también apunta al perfil “fotocochero”, para retratar a diferentes comunidades de la manosfera “que colocan el modelo que debe imperar entre los chicos”.