Llegan los últimos rezagados a la aldea del Rocío. Las calles Bellavista y Muñoz y Pavón son un hervidero de preparativos de rocieros jerezanos que convierten este cruce de calles de arenas marismeñas en un Jerez efímero durante apenas unos días.
En los porches, abrazos de quienes comparten casa año tras año que rebosan de alegría por poder volver a estar juntos un Rocío más, “y que no falte nadie”. Palmas por bulerías, olor a fino y el característico color morado inundan este pequeño rincón de la aldea almonteña. Se colocan colgaduras de cada peña y se prepara todo para ponerse guapos porque está apunto de llegar el simpecado de Jerez.
De los momentos más esperados de la romería y es que Jerez vive como nadie la llegada de su hermandad al Rocío. Guitarras, cajones y panderetas ponen la banda sonora al paso del simpecado bordado en plata que luciendo va como un sol, como dice la sevillana, en una carreta en la que brillan las enredaderas con sus racimos de plata justo antes de presentarse ante las plantas de la Blanca Paloma para completar el rito anual.
Los que llevan varios días en El Rocío reciben a los amigos que han hecho el camino “anda, entra ya y date una ducha que no veas como vienes”. Desde el miércoles que la hermandad salió de Santo Domingo, no es para menos. Cruce mágico de calles en la que la convivencia se convierte en elemento irremplazable y en donde las peñas celebran, a su manera, la devoción por la Reina de las Marismas.
Peñas que celebran en este 2023 su décimo aniversario, como el caso de la Peña Pentecostés, formada por 25 adultos y nueve niños porque, como dice su presidente, Carlos Grosso, “nuestra razón de ser es traer a los niños al Rocío. Es nuestra gran motivación”. Los que ya están en casa se acuerdan de los que han hecho el camino “por el chaparrón que cayó la otra noche, han tenido que notarlo en sus tiendas de campaña”. En este sentido, Grosso entiende que hay “dos Rocíos. Estos días han sido más familiares, más íntimos. Son unos momentos muy momentos. Cuando entra Jerez es otra historia con esa algarabía que trae”.
Situada en calle Bellavista llegando casi a la esquina de Muñoz y Pavón, esta Peña Pentecostés puede presumir de tener un sitio privilegiado ya que “estas calles son Jerez de cabo a rabo. Es una zona cara, también hay que decirlo. Estamos todas las peñas y las que están más lejos vienen aquí a echar el día. Somos todos amigos”.
Hay otras peñas que, precisamente en este Rocío, se estrenan como tal. Es el caso de la Peña ‘Los apuraos’ que han tenido que “trabajar mucho” para cristalizar este proyecto que “empezó cuando mi novia y una amiga quisimos venir. Creamos un grupo llamado Rocieros en apuros y ya fue cuando planteé crear una peña y pusimos este nombre”, comenta su presidente, Jesús Ramos.
Poder estar este fin de semana en la aldea y, además, hacerlo también en un sitio tan cotizado como la calle Muñoz y Pavón “no es nada fácil. Aquí está todo Jerez. Sales de la casa y te encuentras con amigos, es una maravilla y hay que vivirlo”. Igualmente, “había que buscara la gente, porque lo importante es que el grupo sea uno, somos 22, cada uno es de su madre y de su padre, pero nos sabemos compaginar todos y eso es fundamental”. Aunque de lo que hay ganas es “de que llegue el lunes” para ver a la Virgen en la calle. “Es el día grande. Al final los que estamos aquí es por ella”.
Y casi enfrente, la Peña Manuel Valderas Sevilla. Otro de los grandes clásicos que reciben su nombre de “una de las personas que volvió a despertar la fé rociera en Jerez”, como destaca Javier Valderas, uno de sus nietos y peñista. “Mi tío Antonio, mi tío Miguel y mi padre fueron los que impulsaron esta peña. Desde pequeños venían y nosotros también llevamos haciéndolo toda la vida”.
Esta es una “casa muy familiar. Vienen personas que conocieron a mi abuelo y que han vivido muchos Rocíos. Los demás nos conocemos todos. Somos cofrades y nos conocemos de eso”. Del mismo modo, tienen presente que “los niños tienen que venir al Rocío siempre. Es la semilla, el futuro. Mis hijos vienen desde que estaban en la barriga de su madre”.
“El sábado es el día grande cuando entra la Hermandad de Jerez”, dice Valderas. “Aquí está todo Jerez y esto cuando pasa el simpecado es increíble. No se sabe de dónde sale tanta gente. Vienen familiares, autobuses de gente y aquí las puertas siempre están abiertas y no le falta nada a nadie”.
Y más allá de la fiesta y la convivencia, lo importante pasa el lunes de madrugada. “Todos los días vamos a ver a la Virgen y la gente el domingo no duerme y la vemos durante todo su recorrido”. Grosso, añade que “quien no conoce el Rocío no puede hablar. Nosotros hacemos un rosario en la casa, cantado, que todo el que viene llora y repite. Se duerme poco y se vive mucho. La espiritualidad se vive como algo principal”.
El domingo, Jerez tiene un protagonismo especial
El domingo es el día grande de la Romería. En la madrugada del lunes la Virgen del Rocío se echará a las calles y los romeros se van preparando para su encuentro con la Blanca Paloma. Por la mañana se celebrará la misa con todos los simpecados. Posteriormente, Jerez presidirá una eucaristía en el interior del Santuario con su simpecado, un privilegio que la filial número 16 tiene en este domingo de romería. Ya por la noche, el simpecado volverá a salir para participar en el Rosario de las hermandades desde la Plaza Doñana en la antesala del tradicional salto de la reja.