Después de casi veinte años Santiago Abascal dejó el PP acusando a Mariano Rajoy de traicionar los principios de la formación y ahora, al frente de Vox, su futuro puede estar ligado de nuevo a los populares, pero esta vez como aliado necesario en un posible gobierno presidido por Alberto Núñez Feijóo.
El líder de Vox nunca ha escondido que quiere llegar a la Moncloa y ha dedicado todas sus acciones a conseguirlo desde que en 2014 impulsó Vox como nuevo partido conservador encuadrado por muchos en la extremaderecha, un calificativo que él se afana en rehuir.
Integrado en sus orígenes por exmilitantes del PP y víctimas del terrorismo -su familia estuvo amenazada por ETA-, Vox no ha dejado de crecer de la mano de Abascal como presidente.
En octubre de 2018 en Madrid dio la primera muestra de su capacidad de movilización. De forma sorprendente, reunió a más de nueve mil simpatizantes en la plaza de Vistalegre y presentó sus "100 medidas urgentes para España", una batería de propuestas no exentas de polémica que siguen dirigiendo sus postulados, como la negación de la violencia de género o la devolución de inmigrantes ilegales a sus países de origen.
Poder de convocatoria y "coherencia discursiva", dos atributos de los que presume Abascal y que han hecho que en solo seis años Vox pase de ser un partido extraparlamentario a convertirse en tercera fuerza política con aspiraciones reales de gobernar, si, como vaticinan la mayoría de las encuestas, el PP gana las elecciones y necesita de su apoyo para que Feijóo sea presidente.
Una posibilidad que acaricia sobre todo después de los pactos autonómicos logrados con los populares en varias comunidades tras las elecciones del 28 de mayo, un nuevo éxito en su haber que le ha permitido redoblar su estructura territorial y condicionar gobiernos y políticas.
Pero también por la relación "cordial" que dice mantener con el actual líder del PP, a diferencia de la que tuvo con su antecesor, Pablo Casado.
A ello ha podido contribuir que, aunque en las redes se muestra como un gran agitador y en público como un provocador -la izquierda le acusa de generar odio-, en privado exhibe un equilibrio alejado de lo que cabría sospechar atendiendo a sus discursos, muchas veces incendiarios, en calles y plazas de toros.
"Es que un mitin es un mitin", suele justificarse, consciente de a quién se dirige en cada una de sus intervenciones. Quizá por eso promovió también dos mociones de censura, perdidas de antemano, contra Pedro Sánchez. Con ellas marcó la agenda política del momento, una de sus obsesiones.
No teme que el rápido crecimiento de Vox se diluya como el de Ciudadanos y Podemos y pone sobre la mesa como argumento una base ideológica consolidada y sus alianzas europeas, en especial con la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, con quien comparte ideas y amistad.
A sus 47 años, el presidente de Vox alardea de haber sobrevivido a la maldición de los dirigentes de su generación, surgidos a medidos de la segunda década del siglo XXI. Él y Sánchez son los únicos de 2019 que repiten como candidatos, tras quedarse fuera de escena Pablo Casado, Pablo Iglesias, Albert Rivera y Alberto Garzón.
Con un liderazgo indiscutible e indiscutido, Abascal es la imagen y marca de Vox, un hiperliderazgo que ejerce con una verticalidad absoluta vestida de democracia interna y arropado por viejos y fieles amigos en la sombra como Enrique Cabanas y Kiko Méndez Monasterio y con Ignacio Garriga y Jorge Buxadé como sus nuevos portavoces.
Iván Espinosa de los Monteros es, junto a él, el único de los "cuatro pioneros" del partido que se mantiene en primera línea, tras pasar Javier Ortega Smith y Rocío Monasterio a un segundo plano, el primero por la sonada crisis con Macarena Olona y la segunda por sus resultados en la Comunidad de Madrid.
El 23 de julio dirá si este antiguo militante del PP, padre de cuatro hijos de dos matrimonios y curtido en política en su País Vasco natal -fue concejal en Llodio, procurador de las Juntas Generales de Álava y diputado autonómico-, estará en la Moncloa los próximos cuatro años.
Su propósito de hacerlo como presidente no parece factible. Sí como posible vicepresidente de Alberto Núñez Feijóo.
España
Santiago Abascal, de exmilitante del PP a posible aliado de gobierno de Núñez Feijóo
El líder de Vox nunca ha escondido que quiere llegar a la Moncloa y ha dedicado todas sus acciones a conseguirlo desde que en 2014 impulsó Vox como partido
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