POR PEDRO SEVILLA
Estos días ha aparecido en las librerías la novela “Las luces de Hannover”, del escritor arcense Abraham Guerrero. Es la primera incursión en la prosa del joven Premio “Adonáis” de Poesía y también ha sido galardonado con el Premio “Rafael de Cózar”, de novela, patrocinado por la Universidad de Sevilla. De esa novela, de su promoción y de la trayectoria literaria del autor hemos hablado para este periódico.
Con “Las luces de Hannover”, su primera novela, ha obtenido el premio “Rafael de Cózar” de la Universidad de Sevilla. La prensa especializada la denomina un “thriller” original. Pero qué es esta novela para usted. ¿Qué nos propone en ella?
– En primer lugar, lo que propongo es un juego. Más allá del argumento, me interesa colocar al lector en un lugar donde florezcan muchas preguntas. La primera de ellas es, ¿me encuentro ante un libro de relatos o una novela? Además, me interesa también que cuando introduzco un personaje, el lector se pregunte de dónde ha salido, cuál es su papel dentro de la historia. Otro juego que me parece interesante dentro de la novela es que, si el lector se da cuenta, puede empezar la novela por el capítulo que le plazca, es decir, no tiene por qué someterse a la primera lectura lineal que le propongo, sino que puede introducirse en ella desde el lugar que considere más atractivo.
La novela está ya a la venta y ha visto la luz en la editorial “El Paseo”, dentro de la colección ”El Paseo Narrativa”. ¿Nos habla de su promoción? ¿Se presentará en nuestra ciudad próximamente?
– A pesar de que ha salido en verano, la novela va a moverse mucho. Aparte de las recientes entrevistas que tengo concertadas en Radio Nacional, en programas como El Ojo Crítico, la novela tiene a su vez tres fechas cerradas en Cádiz: el 27 de julio estaremos con la Fundación Ory, donde me acompañará una escritora que me encanta, Nieves Vázquez. El fin de semana del 17 al 19 de agosto estaremos en el Festival Algarabía, donde haremos la presentación oficial en Arcos, el 8 de septiembre estoy en Andújar, el 18 de septiembre en Jerez. Eso, por ahora, es de lo que me acuerdo, pero sé que estaré en Sevilla y Málaga y, más adelante, en las demás provincias de Andalucía, Madrid, algunos festivales… En fin, preveo un año movido.
Dice Juan Bonilla, el autor de “Nadie conoce a nadie”, que esta novela demuestra que todos andamos secuestrados por algo. ¿Cómo se explica esta afirmación?
– Antes quiero decir que para mí es un orgullo que Juan Bonilla haya sido de los primeros —sino el primero— lectores de la novela, por lo que agradezco a la editorial que lo haya seleccionado para la contraportada del libro. Es un autor al que he admirado muchísimos, tiene libros que me han influido profundamente. Juan Bonilla se refiere a que el acto que azota todo el avispero del argumento es un secuestro. La novela se estructura en once capítulos-relatos en los que en cada uno de ellos hay un protagonista, que nada parece tener que ver con los demás. Esos protagonistas tienen en común estar anclados a algo que los asfixia, que no les deja vivir tranquilo, es decir, como muy bien ha dicho Bonilla para definir la novela, que están secuestrados por algo, ya sea la pornografía, los pensamientos suicidas, el amor, vivir lejos de tu país, etc.
Y hablemos de prosa. ¿De qué autores es deudora su prosa? ¿Cuáles son sus maestros en la narrativa? ¿Cómo define su prosa?
– De muchos autores. Las patas principales podría decirse que son Juan Rulfo, Roberto Bolaño, Cortázar y Borges. Son los autores a los que más me he acercado no sólo como lector, sino también como estudioso. He leído mucho además a Cela, Delibes, Nieves Vázquez, Juan Tallón, Luis Landero... Básicamente, intento leer todas las generaciones y todo lo que puedo. Ahora me está interesando mucho un autor, de los ochenta como yo, que me parece una auténtica barbaridad, Juan Gómez Bárcena, al que recomiendo encarecidamente. O Cristina Morales. No sé, son los primeros a los que he acudido, pero seguramente me estoy dejando otros muchos atrás.
Premio “Adonáis” con “Toda la violencia”, y Premio “Rafael de Cózar” con esta novela. O sea, tanto su poesía como su prosa han sido celebradas y premiadas. ¿Nos cuenta cómo ha vivido estos reconocimientos?
– Desde que publiqué “Los días perros”, todo lo que he publicado, sea una obra más amplia, un relato o un poema, ha sido premiado.
Todos los premios los he disfrutado con la alegría del privilegio. Está claro que el Adonáis o el Premio Ojo Crítico de Poesía de RNE han sido un punto de inflexión en mi carrera, pero el Rafael de Cózar me dio mucha tranquilidad, sobre todo, porque un par de editoriales no le habían dado el visto bueno a la novela, y ganar el premio suponía que iba a ser publicada.
Muchas veces, los autores vivimos en la vorágine de los premios precisamente por esto, porque las editoriales están saturadas, o tienen su propia línea, o no se atreven, o mil asuntos más que perjudican a autores más noveles o con menos obras publicadas, como es mi caso. Entonces, optamos por presentarnos a premios, en los que se supone que unos ojos desprovistos de cualquier influencia externa van a valorar obras que consideran buena literatura.