El Ayuntamiento de Jerez ha licitado obras de reparación y conservación de la torre de la Atalaya –también conocida como del Reloj-, una construcción adosada a la parroquia de San Dionisio que data de mediados del siglo XV y que se encuentra en un estado “regular-malo”, tal y como se recoge en el propio expediente.
La actuación va a acometerse con fondos de la Diputación Provincial, ha sido presupuestada en 81.879 euros (IVA incluido) y tendrá un plazo de ejecución aproximado de cinco meses. Las empresas interesadas pueden presentar sus ofertas hasta las 23.59 horas del próximo martes 14 de noviembre.
De este proyecto de rehabilitación se viene hablando desde 2017. Entonces se comentó incluso la posibilidad de convertirla en mirador, que en el fondo es una de las finalidades con la que la construyó el Concejo de la ciudad dada su privilegiada localización. La otra era la de dotar a la ciudad de su primer reloj público y de ahí esa otra denominación anteriormente apuntada.
Sin embargo, parece que ha llegado el momento de acometer definitivamente esas obras si no surge ningún nuevo contratiempo. La ejecución del proyecto no debería demorarse mucho más en el tiempo si se tiene en cuenta el informe técnico que advierte de su estado de precariedad.
De hecho, sin perjuicio de que puedan aparecer vicios ocultos, ya que se advierte de la necesidad de acometer intervenciones de conservación y mantenimiento básicas que no se han realizado desde hace mucho tiempo. El deterioro de la construcción ha sido aún mayor dado que por su forma y ubicación se expone a la acción de agentes atmosféricos como la lluvia y el viento. De igual modo, en estas últimas décadas ha sufrido la contaminación originada por el tráfico rodado.
Por todo ello, se deja claro que es necesario acometer “una intervención de restauración y reparación integral de mayor entidad a corto plazo”.
El estado de conservación no es uniforme para todo el edificio, ni siquiera para sus fachadas, ya que el tercio superior y sobre todo las partes más altas de pretiles, almenas o merlones, espadaña y cubiertas, se encuentran en peor estado, siendo “muy malo” en el caso del merlón situado en la esquina oeste de la cubierta alta, así como de los tramos de pretiles inmediatos a ambos lados de éste y que acuerdan en él, por su exposición a la acción de los agentes atmosféricos.
De la misma forma, las fachadas orientadas a la plaza Plateros y a la calle Padre Luis Bellido presentan un mayor grado de deterioro que las otras.
A la hora de encontrar explicación a ese deterioro, el informe técnico advierte de que estamos ante una torre de cinco siglos y medio de antigüedad –se construyó entre 1447 y 1449-, levantada después de un proceso largo y complejo, y que además ha sido objeto de numerosas reformas y reparaciones a lo largo de su historia.
Por otra parte, también debe tenerse en cuenta la escasa resistencia a la acción de la lluvia, la humedad y el viento de algunos de los materiales empleados en su construcción, que no siempre fueron debidamente protegidos, como es el caso de la fábrica de sillería vista de piedra arenisca de San Cristóbal o los revestimientos de morteros de cal de la parte superior, que son de escasa calidad.
Otras causas del deterioro pueden ser, como ya se ha dicho, la altura, ubicación y orientación de las fachadas más expuestas al temporal y su situación próxima a un vial de tráfico rodado, con lo que implica de vibraciones y contaminación.
Pero por encima de todo, el informe técnico concluye que el estado actual de la torre de la Atalaya es consecuencia del “mal trato sufrido durante siglos”, quizá “por una escasa valoración de este importantísimo bien del patrimonio cultural” de la ciudad, y también por la ausencia de “actuaciones de conservación y mantenimiento del edificio, tanto en su interior como en su exterior, en fachadas y cubiertas”.
Ahora por fin, parece que ha llegado el momento de que la vieja torre del Reloj se ponga ‘en hora’.