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Escrito en el metro

Luz de esencia de helecho

Todos, incluso algunos fósiles de varios de centenares de millones de años, se empeñaban en narrarles como fue el pasado

Publicado: 15/01/2024 ·
10:30
· Actualizado: 15/01/2024 · 10:30
  • Hojas de helechos. -
Autor

Salvo Tierra

Salvo Tierra es profesor de la UMA donde imparte materias referidas al Medio Ambiente y la Ordenación Territorial

Escrito en el metro

Observaciones de la vida cotidiana en el metro, con la Naturaleza como referencia y su traslación a política, sociedad y economía

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Más allá de las Dehesillas, en medio de un bosque de arrayanes, estaba el Laboratorio del Auditor de helechos, también conocido como la Caverna de los helechos. Desde hacía años su morador se dedicaba a interpelar acerca de cómo sería el futuro, a los muchos ejemplares que allí cultivaba. Todos, incluso algunos fósiles de varios de centenares de millones de años, se empeñaban en narrarles como fue el pasado, pero ninguno se atrevía a proporcionar un vaticinio sobre el devenir. Todos intuían que sería demasiado oscuro para la ciudad. Su expedicionario amigo Carlos Smerdou, como desde hacía décadas, le enviaba imágenes de helechos de los lugares más recónditos del planeta. Una noche del solsticio de invierno mientras revisaba en penumbras la magna fototeca entrevió que una de aquellas especies podía dar luz a su enigma. Proceloso puso su laboratorio en marcha para obtener la respuesta. No tardó en encontrar la esencia de la luz que buscaba. Estaba eufórico con su hallazgo cuando llamaron a su puerta. Una niña con sonrisa radiante entró en el gabinete ¿Qué deseas Carmen? preguntó el asombrado auditor. Entrégame la esencia de luz de helecho que has creado. La mirada limpia y tierna de la joven sirvió para que el científico no dudase en darle su creación. Carmen acogió entre sus delicadas manos la dádiva y caminó con ella hasta el centro de ciudad. Allí abrió el tarro de aquella esencia, que se volatizó hacia el cielo con una iridiscente luz, expandiéndose por todos los rincones de la urbe. La esencia al tocar el suelo se convertía en gotitas de las que surgían árboles de todo tipo. Almeces de densas copas, abigarrados madroños, robustos robles, tupidos algarrobos, álamos negros y trémulos y otras muchas especies, que iban disponiéndose según las necesidades de sus habitantes para que tuviesen una mayor calidad de vida. Al amanecer los vecinos quedaron maravillados de ver tan verde su ciudad. Carmen regresó al Laboratorio del auditor y le agradeció su creación con un imborrable beso en su mejilla.

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