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Martes 19/11/2024
 
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Torremolinos

Gracias y glorias del Belén Municipal (1)

Torremolinos no es sólo turismo, fiesta, deportes, playa y sol. Es también arte, cultura, crisol de civilizaciones. En estas crónicas, Jesús Antonio San Martín, desarrolla lo más representativo del ayer y el hoy de Torremolinos.

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El monumental belén que cada año, con esmero, paciencia y superación, construye la Asociación de belenistas de Torremolinos en el hall del Ayuntamiento, está considerado por numerosos visitantes como auténtico libro abierto y esplendente joya artística. Lo llamativo de esta peculiar instalación es que no se trata de un belén convencional, limitado únicamente a la exhibición del clásico nacimiento en el portal o pesebre, con pastores y magos, como tampoco se trata de una exposición artesanal circunscrita a la sola fecha del natalicio, sino que todo el entramado belenístico recrea diversas escenas evangélicas comprendidas entre un antes y un después del alumbramiento virginal en aquella Belén del siglo I. El de Torremolinos, con sus innumerables figuras en movimiento y sus espectaculares saltos de agua, es un belén realmente insólito y elocuente.
En el Belén Municipal de Torremolinos, que ocupa una extensión de veintiún metros de largo por casi tres de fondo, se representan simultáneamente cinco diferentes ubicaciones geográficas: Belén, Jerusalén, Nazaret, Egipto y un desconocido lugar en las montañas de Judea, donde María fue a visitar a su prima Isabel, que estaba en su sexto mes de embarazo. Con ella pasó unos meses en su casa, posiblemente hasta el nacimiento de Juan el Bautista. Cada uno de los lugares representados está respaldado por los subsecuentes cuadros bíblicos que escenifica el original belén torremolinense.
Previamente a la descripción de las bíblicas escenas, obligado es recordar que la ciudad de Belén, a 777 metros de altitud sobre el nivel del mar, en las montañas, distancia, hacia el suroeste, unos nueve kilómetros de Jerusalén, concretamente del punto donde se levantaba el Templo que los romanos destruyeron en el año 70. En Belén nació el rey David, motivo por el cual es conocida la población como "la ciudad de David". En Belén nacieron asimismo José y María, por cuya razón hubieron de empadronarse en la que era su ciudad natal cuando el emperador romano decretó el censo del que habla el evangelio de Lucas. Para ello se obligaron a recorrer a pie los 125 kilómetros que separan Nazaret de Belén. Recientemente llegados a Belén, María dio a luz a Jesús.
Etimológicamente, Belén significa "casa de pan". El Belén Municipal de Torremolinos enfatiza este particular aspecto a través de la casa de la panadería, con su personal amasando la harina y fabricando el pan; también por medio del muy realista molino harinero, cuyas piedras molederas se ven en continuo movimiento. El molino es típica representación de Torremolinos. Igualmente lo son, en la descomunal construcción belenística, los dos soberbios manantiales, con sus muy logrados saltos reales de agua que mana de las piedras, uno de ellos en el interior de una gran cueva. Ambos saltos acuáticos generan sus correspondientes cauces que desembocan en sendos lagos, el más extenso con peces vivos y el otro con lavanderas en sus orillas.
Las escenas bíblicas del Belén Municipal de Torremolinos se hallan diseminadas y, aunque por las exigencias de la instalación no siguen un orden cronológico riguroso, sin embargo sorprenden por su realismo y muda persuasión. En orden cronológico, la primera escena bíblica a contemplar es la del ángel Gabriel anunciando a María que va a ser madre, hecho protagonizado en Nazaret. Le siguen en posición la visita de María a Isabel, en las montañas de Judá, y los evidentes esponsales de José y María en un templo de época, presumiblemente en Nazaret, aunque los evangelios silencian este acontecimiento. La siguiente escena en juego es la de José y María empadronándose a la entrada de Belén. Sobrecogedora es la vista de las casas del pueblo al fondo, en la elevación serrana. A pesar de que la escena se representa de día, se ven muchas casas iluminadas por dentro. Ello es comprensible, ya que se trata de una escenificación simultánea de acontecimientos que se dieron tanto de día como de noche.
En esta línea de simultaneidad diurna y nocturna destacan las actividades agrícolas y pastoriles de los moradores, buena parte de ellos representados por artísticas figuras en movimiento. Acá y allá, sobre una tupida alfombra de árboles y plantas, se observan labradores arando el campo y ocupándose de las huertas, aceituneros golpeando con varas los olivos, recolectores de naranjas y limones, pastores con sus ovejas y cabras, gentes haciendo la comida al aire libre, herreros, carpinteros, leñadores, carreteros transportando leña, mujeres acarreando agua, niños jugando en los columpios, vendedores de frutas y hortalizas en sus puestos… No falta el pastor que toca el organillo ni el clásico "tío caganer" bajo uno de los tres magníficos puentes que ponen su nota ingeniosa en el paisaje. Todo Belén bulle de vida y alegría. Solamente la sombra de la tristeza se cierne sobre los viajeros José y María, que, aunque oriundos de Belén, llegan a la posada y no encuentran alojamiento.

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