No hay ni una sola generación de jerezanos que no haya salivado al pasar por la irresistible cristalera del freidor de la calle Arcos.
Montañas de adobo, chocos, pavías y pescadillas llevan décadas amontonándose ante la mirada de clientes y curiosos.
Sobre Antonio Sañudo, su actual responsable, recae la responsabilidad de mantener viva una tradición que va pasando de generación en generación.