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Sábado 09/11/2024
 

Málaga

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"Putin irá hasta el final y veo difícil que se le pueda expulsar de territorios ocupados"

La periodista Pilar Bonet, corresponsal más de 30 años en Rusia, cree que nadie sabe lo que puede pasar por la cabeza del presidente ruso

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  • Pilar Bonet en el CAL. -
  • Tras el derrumbe soviético, los anteriores dirigentes trataron de acercarse a la OTAN, recuerda la ex corresponsal de El País
Cumplidos más de dos años en guerra con Ucrania, con una nueva ofensiva del ejército ruso sobre Járkov, con el cese 'inesperado' del ministro de Defensa y el respaldo popular del presidente ruso tras la elecciones del pasado marzo, la periodista española Pilar Bonet acaba de presentar esta semana en el CAL de Málaga su último libro 'Náufragos del imperio, apuntes fronterizos", (Edt. Galaxia Gutenberg), donde repasa los antecedentes territoriales y políticos que desembocaron en el principal conflicto bélico que tiene ahora Europa. Bonet estuvo en Rusia desde 1984 a 2021.
 
"Veo muy difícil poder expulsar a Rusia de los territorios ocupados en Ucrania, porque el potencial ruso supera como mucho al potencial de defensa ucraniano por muchos esfuerzos que hagan éstos. Tampoco veo que occidente esté dispuesto a apoyar incondicionalmente a Ucrania y, si además ganase Donald Trump en las próximas elecciones norteamericanas, ello sería una carta más para Putin", explica la ex corresponsal de El País en Rusia durante más de tres décadas. 
 
Para Bonet, la incógnita está en qué hará Europa si Vladímir Putin sale victorioso de este conflicto, algo que provoca ya el temor de países como Polonia o en los territorios Bálticos, que son sus vecinos.
 
Con la experiencia de haber visto cómo era la Unión Soviética cuando llegó a Moscú en los años 80, la caída del régimen comunista, la llegada de Mijaíl Gorvachov, luego de su sucesor, Boris Yeltsin, y después Putin, la periodista catalana recuerda en su obra de más de 270 páginas algunos de los antecedentes por los cuales Europa y Rusia se han distanciado en estos lustros.
 
En una conversación con la también periodista Marta Rebón en el CAL, Bonet rememora que tras el derrumbe soviético los nuevos dirigentes rusos trataron incluso de acercarse para la integración en la OTAN, algo que occidente no gestionó ni "con calor", ni con inteligencia desde Bruselas, lo que provocó el distanciamiento paulatino de la clase política rusa.
 
"Rusia es una unidad hasta Vladivostok y se podría haber adelantado más en las relaciones económicas, culturales o científicas", explica Bonet, que reconoce que sí se dieron pasos, "pero que fueron insuficientes", como las equiparaciones de certificados de homologación educativa rusa con el Plan Bolonia, o en la tramitación de visados e intercambios culturales con occidente. 
 
"Pero se avanzó escasamente en la cooperación industrial", dice Bonet, que señala que en los 90 los representantes de la Unión Europea se reunían dos veces al año con los representantes rusos, y éstos llevaban a los eurodiputados a viajar por toda la geografía eslava. 
 
"Se tendría que haber avanzado más en la memoria de esos países y en nuestra comprensión europea de la identidad rusa. Y si los rusos también lo hubieran compartido mayoritariamente, quizás la guerra con Ucrania no se hubiera producido", pronostica.
 
Esta falta de acercamiento habría provocado que la nueva clase política que representa ahora Putin se hubiese aislado, fijando sus objetivos en la consolidación de la Gran Rusia, del viejo imperio zarista, y sus territorios hasta Asia. 
 
La falta de una estrategia europea, a juicio de la periodista, ha conducido a que los gobiernos de Putin hayan optado por acercarse económicamente a China, como lo demuestra el reciente viaje a ese país del presidente ruso.
 
Sobre la respuesta de Bruselas al conflicto con Ucrania, "las sanciones impuestas a Rusia no han cumplido los objetivos fijados, y la economía rusa sigue creciendo más que las economías europeas. Se ha reestructurado en torno a la industria militar", según Bonet.
 
TRAYECTORIA PERIODÍSTICA
 
Cuando la periodista catalana llegó a Moscú, en 1984, en el declive del estado soviético, "todas las fuentes informativas estaban cerradas y con respuestas oficiales que se daban en una actitud muy burocrática. Con Gorvachov y la 'Perestroika' todo se fue abriendo, y era fácil trabajar con veinte mil noticias que salían cada día. Luego se volvió a cerrar. Basta recordar que los periodistas extranjeros nos acreditábamos entonces anualmente y ahora, con Putín, hay que hacerlo cada tres meses, con una maraña de papeleo burocrático enorme. Todo está más controlado, por lo que es muy difícil trabajar así informativamente en Rusia", describe Bonet.  
 
Sobre el reciente cese del ministro de Defensa ruso, Bonet sostiene que había una insatisfacción dentro del ejército respecto a cómo se estaba gestionando la invasión de Ucrania desde febrero de 2022. Un ejemplo fue la contestación del líder del grupo mercenario Wagner.
  
"Putin está ahora realizando muchas de las peticiones que le hizo su líder, Prigozhin, como por ejemplo el cese del ministro de Defensa. En su estilo, el presidente ruso nunca hace nada que pueda ser percibido como que alguien influye en su comportamiento, en sus decisiones políticas. Pero él recibió el mensaje y ahora está cesando a todos aquellos que son corruptos. No obstante, todas estas conductas no son nuevas en Rusia, aunque ahora lo está cambiando aprovechando la formación de un nuevo gobierno. Ello hay que interpretarlo como el mensaje de que la corrupción quita dinero y efectividad para la guerra", explica Pilar Bonet. 
 
Sobre las consecuencias humanas, más allá de las víctimas del frente bélico, la ex corresponsal asegura que la sociedad rusa "se ha convertido en un entorno cerradodonde los que se han exiliado no saben si van a poder volver, como tampoco sabes si muchos de los amigos que has tenido, desconoces si te los vas a reencontrar en un futuro. Todo ésto es una tragedia personal por esta guerra", se lamenta. 
 
La autora del libro, 'Náufragos del imperio', asegura finalmente que su relato no pretende ser un manual de historia ni un ensayo sobre geopolítica, sino arrojar luz a "un conflicto de dos países eslavos que luchan entre sí". 
 
Y por ello, en sus páginas relata sus vivencias como reportera cuando ha tenido que desplazarse a zonas como Crimea o regiones de Ucrania, donde fábricas en crisis de material aislante en el Donbás han pasado del 2009 a ser un edificio que acogió después una ópera y más recientemente un campo de concentración de los rebeldes rusos.
 
Para la periodista, el mundo asiste a una estrategia bélica con ambiciones globales de Rusia, en la que Moscú intenta "reorientar las reglas de juego que se establecieron al desmembrarse el Imperio soviético".

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