Se dice que los herreros de esa zona elaboraban productos para legionarios romanos, para la República de Venecia y para soldados del Imperio otomano, y se cree que la localidad de Vares fue eximida de los impuestos turcos más duros por el respeto a la habilidad y valor de sus artesanos.
El taller de los Jozeljic está situado junto a una cascada del riachuelo Ponikve, cuyas aguas con sus saltos ponen en marcha el molino y un martillo de varios cientos de kilos, capaz de laminar piezas de hierro candente.
Sus productos más buscados ahora son cacharros y vasijas, aunque también producen diferentes herramientas, herraduras, palas, azadas y arados.
"Lo que veis ahora en nuestra herrería es igual a como era hace varios siglos", declara a Efe Mijo Jozeljic, quien trabaja junto con su hijo Drazen y el tío Ante.
"Esta tradición se transmite en nuestra familia (...) Que yo sepa, y según me contaron mis antepasados, los Jozeljic llevamos aquí unos 500 años. Y siempre hemos trabajado como herreros. Nunca nos hemos dedicado a otra profesión", indica.
Pero los tres últimos Jozeljic afrontan en su labor dificultades crecientes: a veces deben recorrer muchos kilómetros para vender sus vasijas y herramientas, cada vez por menos dinero, aunque son de tan buena calidad que sin duda sobrevivirán a sus clientes.
En otros tiempos sí vendían bien sus productos, no sólo en Bosnia, sino también en toda la antigua Yugoslavia, Albania, Turquía, Egipto y hasta en la India.
El proceso de forjar comienza con el martillo de madera grande, fijado sobre una palanca y movido por el agua de la cascada, y que funciona a varias velocidades, dependiendo tanto de la cantidad del agua como de la necesidad del producto.
Luego, las mágicas manos de los herreros consiguen que todas las herramientas salgan de las mismas dimensiones, como si fueran producto de una fábrica automatizada.
"Sólo para hacer una azada se debe calentar el hierro doce veces", explica Jozeljic.
"Primero se toma una pieza de hierro, se forja en la forma que necesitamos, luego, si es necesario, en algunos productos hacemos agujeros con una vieja máquina perforadora que funciona a mano y, al término, sigue una elaboración fina", cuenta.
Al lado del taller, los Jozeljic habían edificado en 1951 también una diminuta central hidroeléctrica, ejemplo de la modernidad y progreso que vivía la familia en aquel tiempo.
La aldea de Ocevije se menciona en los documentos por primera vez en 1485.
En 1891, cuando la zona estaba bajo el gobierno del Imperio austro-húngaro, fue construida en Vares la primera fábrica de acero, cerca de unas minas de hierro, y ya entonces empezaron a desaparecer poco a poco las pequeñas herrerías.
El taller de los Jozeljic ha sido últimamente incluido en algunas ofertas turísticas de las agencias locales por encontrarse cerca de la ciudad medieval de Bobovac, sede de los gobernadores bosnios del siglo XIV.
Las autoridades han prometido ahora asfaltar la carretera hasta la aldea.
El Gobierno de España ha financiado, a través de unos fondos de la Unión Europea destinados a los países que aspiran al ingreso en la UE, varios proyectos por 10.000 euros, entre ellos un sistema de suministro de agua a Bobovac, la adquisición de colmenas para apicultores de la zona y la impresión de guías turísticas.