Machakos (Kenia) cuenta desde hace seis años con una mano extra, la de la Hermana Mary Musembi, una monja que permaneció en clausura durante 15 años en Arcos de la Frontera y descubrió su verdadera vocación: cuidar de enfermos de la calle desde una casa de acogida que ella misma ha creado en su país de origen.
"Tuve una lucha muy grande, sufría cada vez que veía a mis hermanos de África saliendo en las noticias como esqueletos abandonados en la calle. Seguí sintiendo el impulso de volver, así que volví y empecé a trabajar con enfermos", explica la Hermana Musembi en una entrevista con EFE.
Ella dirige en Machakos 'Mercy Servants of the Poor' (Misericordia Siervos de los Pobres), una casa de acogida especializada en atender a bebés y niños abandonados en la calle u hospitales y de ofrecerles cuidados paliativos. Actualmente atiende a 12 menores y 9 ancianos, todos ellos con discapacidad muy severa.
"Hay mucha gente sin techo. A los niños los abandonan porque han nacido con una enfermedad y sus madres, debido a la pobreza, no puede cubrir sus necesidades", argumenta.
Su objetivo no es otro que el de "restaurar la dignidad perdida de la humanidad" ofreciendo un hogar a los más necesitados para que puedan "vivir como nosotros, aunque estén en sufrimiento", y sentirse como una persona "feliz y amada".
Solidaridad malagueña
La Hermana Mary Musembi ha dedicado estos últimos años a pasear por los barrios de la ciudad de Machakos, situada a 65 kilómetros al sudeste de la capital, Nairobi, para recoger a bebés, niños y niñas abandonados y personas enfermas, para proporcionarles un techo y atención las 24 horas del día por parte de ella y un equipo de cuidadores y profesionales médicos y fisioterapeutas.
"Viven encamados. Es gente totalmente enferma, con graves discapacidades y condiciones de salud: hay quien tiene microcefalia, autismo, espina bífida o problemas neurológicos. Todos son dependientes, nadie puede valerse por sí mismo, hay que estar haciéndolo todo", subraya.
Pese a que el centro de acogida subsiste con escasos recursos, ha sido reconocido con el Sol de Málaga 2023 al mejor Proyecto de Cooperación por la Fundación El Pimpi. Cuenta además con la ayuda de las ONG malagueñas Pozos Sin Fronteras y Admundi, que colaboran en este proyecto dotándolo de material y financiación para personal sanitario.
Destaca la religiosa el papel de estos profesionales, como el de una terapeuta que "ha ayudado a muchos niños" que tenían que comer con sondas y que gracias a sus tratamientos ya no las necesitan.
Sin agua ni electricidad
Sin embargo, las necesidades y los gastos se acumulan día a día y el hogar necesita materiales sanitarios indispensables como sillas de ruedas, camas ortopédicas, equipos de succión o nebulizadores. También comida y recursos económicos para pagar los salarios de los trabajadores y otros gastos.
"Vivimos de la divina providencia de Dios. La gente nos trae comida, aunque yo estoy siempre pidiendo dinero para comprar pañales o leche. Estamos una situación económica precaria, con muy poco y siempre con deudas", reconoce la Hermana Musembi.
Ante esta situación, Pozos Sin Fronteras y Admundi han decidido dar a conocer la labor de la religiosa en varias ciudades de España, comenzando por Málaga, y recaudar fondos para su hogar.
"Estamos pidiendo sillas especiales para los niños, un aspirador nasal, oxígeno.. Lo siguiente será la electricidad o que haya algo de agua. Estamos intentando cubrir sus necesidades", indica a EFE el presidente de la ONG Pozos sin Fronteras, Javier San Emeterio.
Y es que son muchas las necesidades de este centro, que también precisaría de una ambulancia, ventiladores de techo, placas solares, porque la casa de acogida no cuenta con suministro eléctrico, o un pozo para disponer de agua potable. Por ello, las ONG malagueñas han abierto una campaña de financiación colectiva con el objetivo de recaudar 16.850 euros para ayudar a sufragar estos gastos.
"A pesar de la distancia hay esa humanidad dentro de nosotros, esa semejanza de Dios que nos empuja. Para mí dar satisfacción a una persona que está sufriendo da felicidad, paz, porque sigues lo que el Señor quiere, amar al prójimo como a ti mismo", destaca la Hermana Musembi.