La Consejería recuerda que, en Navidad, todos nos sentimos más generosos y deseosos de repartir felicidad.
Por ello, no hay mejor obsequio que podamos hacer que regalar vida, dado que, con cada donación de sangre, podemos contribuir a que varios enfermos puedan recuperar la salud.
Ante tales circunstancias, “pedimos a las personas que nunca antes han donado sangre que aprovechen estas fiestas para hacer su primera donación y, a los que ya son donantes, que una vez más colaboren con esta insustituible labor, la de hacer llegar cuantas transfusiones sean necesarias a nuestros enfermos”.
A los donantes habituales “les propondríamos algo más. Que se acompañen a donar con algún familiar o amigo que no sea donante de sangre. Con tan solo eso, conseguiríamos multiplicar por dos las donaciones que, hay que recordar, que son completamente seguras”.
Además, “si bien es cierto que cualquiera no puede ser donante de sangre, si que cualquiera de nosotros, en cualquier momento, puede ser un enfermo necesitado de una transfusión de sangre”. Por eso, “si tiene más de 18 años, al menos 50 kilos de peso y goza de buena salud, le pedimos que acuda a donar sangre”.