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Martes 19/11/2024
 
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España

De Doppler al ?efecto Zoido?

Análisis de la política de Movilidad lleva a cabo por el nuevo gobierno de Juan Ignacio Zoido

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CChristian Andreas Doppler, científico austriaco paisano de Mozart, fue el descubridor del efecto físico que, en su honor, lleva su nombre y que ocurre cuando una fuente de sonidos en movimiento emite ondas. En esta situación, un observador que esté situado delante de aquélla verá cómo la frecuencia de esas ondas es mayor que la realmente emitida, mientras que un observador situado detrás apreciará una mayor distancia entre los frentes de onda y, por lo tanto, una menor frecuencia.

Doppler utilizó una locomotora para confirmar sus teorías. Colocó a una banda de músicos en un tren y les pidió que tocaran la misma nota musical, mientras que otro grupo de músicos, situados en la estación, debían registrar la música que oían mientras el tren se acercaba y se alejaba de ellos.

Más tarde, el físico francés Fizeau aplicó las teorías de Doppler no sólo al sonido, sino también a la luz, y determinó que los astros que se acercan a la Tierra son vistos de color azul en el espectro lumínico, y los que se alejan, de color rojo.

En estas aportaciones se basa la ley formulada por el genial astrónomo Edwin Hubble sobre el big-bang y el universo en expansión, por el corrimiento hacia el rojo de las galaxias, señal de que se alejan unas de otras y que por lo tanto el universo sigue ampliándose después de la gran exlosión inicial o big-bang.

Corrimiento hacia el azul


Esta introducción científica nos servirá para comprender mejor en qué consistía realmente aquello que el PP deominaba ‘el efecto Zoido’ cuando el alcalde aún estaba en la Oposición y no había tenido la oportunidad de llevar a la práctica sus teorías políticas y, sobre todo, su política aplicada al transporte y al tráfico. Digamos que el ‘efecto Zoido’ no es más que la traslación a la política del ‘efecto Doppler’, las teorías de Fizeau y la ‘ley de Hubble’ sobre el corrimiento en el espectro.

Con todos sus errores -que fueron muchos, y el principal de ellos no haber reivindicado el Metro hasta el Centro y haberse conformado con que la línea 1 lo bordeara meramente-, el gobierno local de coalición PSOE-IU trató de intentar en Sevilla las mismas políticas de transporte que desde hace ya bastantes años se aplican en las ciudades más avanzadas cultural y ecológicamente de Occidente: el alejamiento de los vehículos del centro de las ciudades, que por ser generalmente los cascos antiguos de traza medieval no están preparados para soportar tal carga de tráfico, ruido y contaminación sin una grave adulteración de la vida de sus vecinos y del rico patrimonio histórico-artístico que atesoran, fuente de atracción para esa moderna forma de riqueza que constituye el turismo.

Esa fue la ‘filosofía’ del Plan Centro de tráfico, un intento al menos de poner orden en el caos de tráfico del casco antiguo de Sevilla mediante la prohibición del acceso de los coches salvo en unas franjas espaciales y temporales predeterminadas. La política de PSOE e IU, funcionaran o dejaran de funcionar las cámaras de control -y que sigue sin dilucidar el paripé de comisión de investigación creada al efecto-, significó, parafraseando a Doppler, Fizeau y Hubble, un corrimiento hacia el rojo en el espectro de la política de movilidad, ya que suponía un alejamiento de los vehículos.

El ‘efecto Zoido’ en la Alcaldía ha supuesto el signo contrario: un corrimiento hacia el azul en el espectro, como indicador del acercamiento, otra vez, de los coches al Centro y al casco antiguo, por más que los últimos informes conocidos hablen de que Sevilla es una de las ciudades, si no la primera, cuya atmósfera registra más contaminación por causa del tráfico rodado. Se constata así que Zoido va contramano de las políticas imperantes en Europa, donde se restringe al máximo el acceso de los vehículos a las urbes y donde hasta en España se estudia marcar las ciudades con códigos de colores según qué zonas para permitir o no la entrada de los coches en función de las emisiones contaminantes de sus motores.

Plazas perdidas

El ‘regreso al futuro’, como en las películas de la saga dirigidas por Robert Zemeckis, de Zoido se ha completado hace unos días con el retorno de los autobuses de Tussam hasta tres de las principales plazas del Centro -la Encarnación, el Duque de la Victoria y la Magdalena- por la penetración de las líneas 27, 32, 41 y B-5. Incluso, tal como ha revelado Viva Sevilla con pruebas fotográficas, los pivotes de la Encarnación han sido retranqueados a petición de la patronal de los comerciantes, Aprocom, para dejar más espacio a los vehículos de la empresa municipal de transportes, en detrimento de los viandantes.

De la premura de la medida, adoptada en la precampaña comercial del ‘puente’ de la Constitución y de las fiestas navideñas, da idea el hecho de que se abrieran las calles a la flota de Tussam sin que ni siquiera se hubieran habilitado marquesinas para que los usuarios se protegieran de las primeras lluvias de este otoño retrasado en Sevilla.

Los sevillanos, que hacía años que habían reconquistado estas plazas y sus aledaños para disfrutar paseando tranquilamente sin temor a ser atropellados por coche alguno, deben ahora recuperar los viejos hábitos de antaño y mirar hacia los cuatro punto cardinales antes de atreverse a cruzar la calzada, so pena de poner en peligro su integridad física.

Vuelta atrás


En el ‘déjà vu’ del nuevo Ayuntamiento y su política ´retro’ de movilidad, los semáforos hasta ahora innecesarios han sido reinstalados en la Plaza del Duque y su entorno, pero como en días es imposible cambiar los hábitos adquiridos durante años, ha tenido que reforzar los mensajes a los viandantes con señales verticales que incluyen leyendas como ésta: “Atención peatón, respete el semáforo”.

Zoido, que se alejó de la zona del conflicto de tráfico acudiendo en el autobús de la recuperada línea 38 hasta la universidad Pablo de Olavide, ‘vendió’ a los periodistas que le acompañaban un panorama idílico de la vuelta de los autobuses al Centro: “Verbalmente -dijo- me han informado de que es un absoluto éxito; de que no ha habido incidencias”.

Sin embargo, los testimonios de los directamente afectados, no concuerdan con la positiva valoración del alcalde. Los vecinos de la asociación La Revuelta, caracterizados por grabar y colgar en Internet imágenes de los atascos y problemas de circulación en el casco antiguo, informaron de que en tan sólo veintidós minutos seis autobuses de Tusam quedaron fueran de servicio al perder una vuelta por los embotellamientos o tras cruzarse en una parada con otros vehículos que cubrían la misma ruta y cuya marcha se había ralentizado por efecto de la circulación, como antes de la derogación del Plan Centro.

Igual que andando


Los taxistas y los mismos conductores de Tussam que se atreven a hablar han expresado razonamientos cargados de pura lógica: “Todo lo que sea una mayor entrada de vehículos -ha dicho el presidente de la Unión Sevillana del Taxi, Fernando Morales-, perjudica al tráfico. Podemos volver a la imagen de la antigua Plaza Nueva”. Y eso que el Ayuntamiento ordenó un despliegue policial para agilizar al máximo la circulación y evitar que los mastodónticos autobuses, con su casino deambular por las estrechas calles del casco antiguo que penetran hasta las tres plazas reconvertidas en terminales de Tussam, contribuyeran a ralentizar aún más el tráfico.

Uno de los conductores de los autobuses municipales ofreció un testimonio revelador del efecto de la medida en la circulación: “Yo me fijé en un chaval con una sudadera roja y ha llegado a la Campana al mismo tiempo que nosotros. Hay que mejorar la velocidad. El semáforo instalado a la altura de Santa Catalina se hace eterno”. El joven de la sudadera roja que andando llega al Centro al mismo tiempo que los autobuses de Tussam demuestra por tanto que la medida adoptada por el Ayuntamiento no supone en la práctica una mejora sensible de la accesibilidad porque la flota municipal del transporte público ha de compartir el escaso espacio existente con el tráfico privado una vez que el Consistorio derogó las restricciones impuestas con el Plan Centro.

En opinión de representantes de Tussam y del sector del taxi, para que el sistema medio funcione es precisa una presencia continua de la Policía Municipal en las calles, algo difícil de mantener después de los primeros días. La prueba de fuego vendrá cuando se inicie la temporada de compras navideñas y el público, los autobuses y los automóviles se agolpen en las calles del Centro, como antiguamente.

Solapado con el metro


No sólo ha recuperado el Ayuntamiento la estampa de los autobuses en el Centro, invalidando así los mensajes de la cantidad de gases de efecto invernadero evitados con el antiguo Plan, sino también la línea 38 desde el Prado de San Sebastián al ‘campus’ de la universidad Pablo de Olavide.
Lo curioso en este sentido es que cuando el PP estaba en la Oposición mantenía un mensaje contrario al dispendio del tranvía (un coste superior a los 80 millones de euros) realizado por el gobierno de Monteseirín con un argumento cargado de razones: carecía de sentido tender sobre la superficie entre el Prado y la Puerta de Jerez un tranvía cuyo recorrido se solapaba con el que bajo tierra realizaba el Metro.
Cuando el suburbano entró en servicio plenamente a lo largo de sus 18 kilómetros de recorrido y llegó hasta la Pablo de Olavide y más allá, el Ayuntamiento de Monteseirín decidió suprimir la línea 38 de Tussam porque se duplicaba con el Metro.
Ahora, el PP la ha vuelto a poner en servicio, quizás para justificar las contrataciones de conductores en Tussam para evitarle un foco de conflicto a Zoido, y ya no dice lo mismo que sobre el tranvía solapado con el suburbano, sino que el autobús que duplica en superficie el recorrido del tren subterráneo aporta valor al Metro.
Todo es según el color del cristal con que se mira.

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