Jayne Soliman, de 41 años, estaba embarazada de 25 semanas de su primer bebé cuando la declararon clínicamente muerte como consecuencia de un tumor cerebral que no se le había diagnosticado.
Sin embargo, los médicos mantuvieron latiendo su corazón hasta el nacimiento de su hija, Aye Jayne, mediante cesárea, informaron ayer varios medios británicos.
Después del alumbramiento, el pasado viernes, los médicos juntaron por un momento los cuerpos de ambas antes de desconectar la máquina que mantenía latiendo el corazón de la madre.
El bebé, que permanece desde entonces en la unidad de cuidados intensivos, está evolucionando favorablemente.
Soliman se acostó el pasado miércoles quejándose de un dolor de cabeza y perdió el conocimiento poco después.
Una ambulancia aérea la trasladó al hospital Radcliffe de Oxford, donde la declararon clínicamente muerta, pero los médicos le dijeron al marido que creían poder salvar a la niña si conseguían que el corazón de su esposa siguiera latiendo.