Míchel, entre Caparrós y Bielsa. Qué cosas. Si miras la clasificación después de las emociones vividas en los últimos minutos de algunos de los campos, y tras el intrascendente empate del Sevilla en Cornellá ante el Espanyol, el equipo de Nervión queda noveno, por detrás del Mallorca y pordelante del Athletic Club de Bilbao. El dato daría para una literatura que tiene que ver con el pasado, con el presente y posiblemente con el futuro. José María del Nido decidirá sobre el presente y el futuro cuando le diga a su consejo lo que ha concluido, con la complicidad de Monchi.
Sobre el terreno de juego, poco que contar. De hecho, la grada lo que celebró fue el gol de Tamudo, una especie de Kanouté periquito, más bajito, más pálido, peor futbolista, que hizo el gol de la permanencia del Rayo, pero que le dio sus mejores tardes, que fueron muchas, al Espanyol.
Míchel confeccionó un equipo de aquella manera. Con tanta baja, sobre todo en el medio (Medel y Trochowski), y con esa planificación de juzgado de guardia, el Sevilla tenía sobre la pizarra poco fútbol. Pero Rakitic, más decente que otras ocasiones, movió el equipo con acierto, acompañado por Reyes, que está a años luz de un ritmo apropiado, pero que tiene calidad y que desde la media puntita, en un partido sin presión, tenía ocasión de mostrar esas virtudes cuando se venía al centro del campo para caracolear y buscar pases. Bonito, pero poco cosa para lo que se tiene que pedir.
El fútbol de verdad en un partidito de mentira lo ponía Jesús Navas, pero no todos los partidos se pueden dar mil asistencias de gol. Alguna dio, no obstante, que no fue aprovechada. Sí que fue gol un pase muy bueno de Rakitic, que puso a Negredo delante del portero para que maquillara sus registros goleadores en una temporada muy discreta de un delantero potencialmente muy bueno que no rompe en crack.
El Sevilla, que de por sí es distraído sobre todo atrás, dejaba jugar al Espanyol y la defensa sufría, pero el sacrificado Deivid trabajaba para minimizar ese desorden. Con ese golito, y por momentos, el Sevilla era séptimo, sin premio, porque Europa era matemáticamente imposible. Mucho puesto para tan pobre temporada.
Tras el descanso, pues igual. No había ningún motivo para meter más intensidad ni hacer nada distinto, pues nada había en juego en realidad. El Espanyol, por medio de uno de sus fichajes de invierno más interesantes, el joven Coutinho, empataba. Eso, más los tantos en otros campos, sobre todo los de Osasuna en Santander, dejaron al Sevilla noveno. Es lo de menos.
Quedaban minutos por delante para que Míchel tuviese el detalle de meter en el campo a Kanouté, y si podía ser, pues que el gigante en todos los sentidos de Mali hiciera su último gol como sevillista. Así lo entendió el equipo, que, tampoco sin exageraciones, captó el mensaje, se reactivó un poco en su juego, y trató de llegar al área con más firmeza para servir al que tantas veces sirvió. No pudo ser. Tuvo alguna ocasión, sí, hasta un posible penalti que el árbitro no tuvo la sensibilidad de decretar. Hasta los aficionados del Espanyol, que le aplaudieron a rabiar cuando salió por Reyes, lo hubiesen entendido o aprobado. Pero deja 136 goles. No pasa nada por uno menos.
FICHA TÉCNICA
RCD ESPANYOL (1): Cristian Álvarez; Javi López, Raúl Rodríguez (Baena, 35), Héctor Moreno, Dídac; Forlín, Víctor Sánchez; Verdú, Weiss (Pandiani, 61), Coutinho; y Álvaro (Kalu Uche, 78). SEVILLA FC (1): Palop; Coke, Fazio, Cala, Fernando Navarro; Navas, Deivid (Guarente, 84), Rakitic, Perotti (Manu del Moral, 66); Reyes (Kanouté, 71) y Negredo. Goles: 0-1: Min. 45+, Negredo. 1-1: Min. 76, Coutinho. Árbitro: César Muñiz Fernández, asturiano. Amonestó a los locales Víctor Sánchez, Verdú, Javi López, Pandiani; y a los visitantes Deivid y Coke.
