Los trece países europeos interesados en el proyecto cerraron ayer la Declaración de Budapest que expresa su “profundo compromiso” con un proyecto cuya importancia, coincidieron, ha quedado más patente que nunca tras la reciente guerra del gas entre Moscú y Rusia.
El jefe de Gobierno de la República Checa y presidente de turno de la Unión Europea (UE), Mirek Topolánek, insistió en que es hora de que el proyecto se convierta en el “proceso Nabucco”.
Topolanek urgió a que la obra se concrete y advirtió de que los planes rusos de construir vías de suministro alternativas a sus actuales rutas por el Báltico y Ucrania, es una amenaza a la iniciativa europea.
Aunque negó que el proyecto vaya contra los intereses rusos, sí definió la necesidad de su construcción como un asunto de “independencia y libertad”. Esa misma urgencia mostró Andris Piebalgs, comisario europeo de Energía, que llegó a asegurar que el proyecto peligra si no se concreta antes de mediados de año.
“Llegó el momento de la verdad. Tendremos que dar una respuesta clara a la gente, si somos capaces de diversificar o no”, sentenció Piebalgs.
El comisario opinó que para que el proyecto se convierta en realidad lo más pronto posible, es necesario que para finales de marzo quede redactado el texto final del acuerdo intergubernamental sobre el proyecto Nabucco para que, a más tardar, en mayo se puedan “dar respuestas concretas a las preguntas”.
Aún así, Piebalgs fue optimista y aseguró que “se dan todas las condiciones para que en 2015 se inicie el transporte de gas en el gasoducto internacional”, dijo.
Costosa financiación
Sobre lo que no fue tan entusiasta fue sobre las vías de financiación de una obra cuyo coste se ha calculado en unos 7.900 millones de euros (unos 10.000 millones de dólares).
El primer ministro húngaro, Ferenc Gyurcsány, requirió de la UE una apuesta presupuestaria y concretó que “el empujón inicial podría ser un aporte de hasta 300 millones de euros, pero más tarde se necesitaría más, unos 2.000 millones”.
Una petición ante la que Piebalgs repuso que “no es necesario que la Comisión Europea (CE) financie el proyecto con 2.000 millones ya que las empresas del consorcio que maneja el proyecto podrán conseguir el dinero”.