El tiempo en: Aljarafe
Sábado 16/11/2024
 

San Fernando

“Pregunté si podía elegir piano, pero mi madre dijo que no cabía en casa”

Antonio Lizana estrena disco en el Real Teatro de las Cortes después de su éxito en Madrid y pendiente de colaborar con una de las mejores bandas de jazz de Estados Unidos.

Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai
Publicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai
Publicidad Ai

Ha grabado su primer disco en el que no sólo se demuestra como un buen saxofonista, sino como compositor y cantante, lo que supone un valor añadido a su trabajo. Antonio Lizana es desde hace varios años un músico reconocido entre los mejores, por lo que este paso no es más que el inicio de la consolidación de una carrera con su nombre como reclamo a la que se auguran los mayores éxitos. El sábado que viene lo presenta en el Real Teatro de las Cortes.

—Me cuentan que le dijo a su padre cuando tenía nueve años que iba a vivir de la música cuando le preguntó si no iba a estudiar otra cosa, por si acaso…
—Sí.

—Y lo ha cumplido.
—Estoy en ello. Lo que pasa es que no es un trabajo normal y con una estabilidad, sino que siempre te da la sensación de estar empezando, aunque vivas de eso desde hace años.

—No hay rutina.
—No hay rutina. Igual te viene un mes que trabajas muy bien, otro mes que no trabajas nada.

—¿Y eso no crea incertidumbre, esos parones en los que no sabe qué está pasando, cuando se pregunta si es que no le está gustando a la gente, lo está haciendo mal…?
—No. Es lo que mantiene vivas las ganas de componer temas nuevos, de seguir estudiando… Si tuviera una estabilidad, un sueldo fijo, todo cambia. Es difícil llevar una vida estable y seguir luchando tan constantemente por lo tuyo. Conozco grandes músicos que son excepciones, pero normalmente, cuando tienes algo estable te relajas y ya miras la vida de otra manera.

—La necesidad es la que alimenta la creatividad, la que obliga.
—Totalmente. Aunque duela. Pero yo por ahora lo llevo bien y los frutos me dan para vivir.

—Grabar un disco hoy en día no es fácil. No existen esas casas de discos que te patrocinaban, que se quedaban con todo pero te lo ponían todo a tu disposición. Ahora hay que buscarse la vida para grabar, más la distribución, que es lo más difícil.
—En el proceso del disco, cuando haces una autoproducción como he hecho yo, tienes que contar con todo. Es difícil desde el principio, desde que dices qué música voy a grabar, pues voy a grabar esto; qué estudio será bueno para grabar, pues puedo ir aquí; con qué músicos, buscas y lo haces… Y después, cuando tú piensas que ya tienes lo que se supone que es lo principal, que es la música, te das cuenta de que no has hecho ni la mitad del trabajo. Ahora queda todo el proceso de fabricación, el registro legal y como dice, una vez que lo tienes, ahora tengo las caja de CD en mi casa y qué pasa. Pues que hay que distribuirlas.

—Por que además no ha hecho un disco de esos que están pensados para internet y el disco físico apenas es una presentación de bajo coste. Este disco está editado con todas las de la ley, con buena presentación, buena calidad, con un folleto interior con las letras de las canciones… Todo eso cuesta un dinero.
—Sí. Pero bueno, yo quería hacerlo así, estuve reuniendo dinero un tiempo y así lo he hecho.

—Ha sido el productor. No sólo la cabeza de producción, sino el que paga.
—Soy el productor ejecutivo y el artístico también.

—¿Y ahora dónde se distribuye?
—Pues en eso estamos. Ahora mismo sólo lo vendo en los conciertos y en una tienda que hay aquí en San Fernando, pero no es una gran masa la que me lo está pidiendo por internet, entonces yo doy abasto. Pero a corto plazo lo quiero meter en Fnac…

—E ir promocionándolo por todos los medios que existen ahora a través de internet.
—En internet lo tengo en iTunes y en un portal que se llama bujio.com, que son portales de internet para vender música y ahí los tengo a la venta, pero eso, hoy en día, es la menor parte del negocio. Si ahora mismo estuviera en todos los Corte Inglés tampoco me iba a cambiar mucho la vida porque la mayoría de la gente lo compra en los directos. Cuando acaba un concierto que les ha gustado, se quieren llevar esa música a su casa, quiere volverlo a escuchar. En ese momento te compra el disco, pero lo del disco físico es algo secundario. En internet sí que tiene que estar presente.

—Porque han cambiado mucho las cosas. De todas formas, no se trata de un saxofonista que saca un disco, de un tío tocando el saxofón. Por lo que he oído, más que un disco de Antonio Lizana es un disco de banda.
—Es un disco de grupo. Se llama Antonio Lizana porque los temas son míos y soy más o menos el director musical de la banda, pero evidentemente, no es una música enfocada a un solista que se luzca y una banda en segundo plano. Al revés, los músicos tienen un gran peso.

—Además, canta. Una de las cosas que diferencia a Antonio Lizana de muchos instrumentistas es que hace sus propias canciones, las canta y ofrece una doble faceta. Una faceta que llama la atención a los que vamos por primera a vez a ver a un chaval que toca el saxo muy bien y que nos ha causado una muy buena impresión a muchos. Es como un valor añadido.
—Lo de cantar es porque lo veo como el instrumento más poderoso que hay, aunque a mí el saxo me encanta, y todos los instrumentos, pero la voz tiene algo distinto. Y sobre todo, aunque a mí me encanta cantar también, yo quiero que el disco, que no es un disco para mayorías, que no es comercial, sea inteligible para todo el mundo. Entonces, con la voz, consigo eso porque la gente que no está acostumbrada a escuchar música instrumental llega un momento que se cansa, pero cuando oye una voz todo el mundo entiende. La voz es familiar a todo el mundo. En cambio un saxofonista ahí soltando escalas…

—Dice que no es comercial pero yo he visto un tema que sí lo es, el que canta con La Mari de Chambao y otros más.
—Ese sí puede ser comercial.

—Sigue la tónica de otros muchos músicos, de colaboración entre unos y otros. Uno colabora con una cantante y la cantante con él, caso de Mesalla… Hay una serie de gente que ha formado un grupo y me supongo que cada uno de ellos ha aportado algo para enriquecer el producto.
—Digamos que hay como dos planos. Primero está la banda con la que hemos hecho todos los arreglos del disco, que hemos estado todo el día en la grabación, que es la batería, piano, percusión, bajo y yo. Es la formación base con la que hemos tocado todos los temas. Y aparte han venido colaboraciones de gente con la que he trabajado, que les he dicho que vengan a cantar unos coros, a grabar una guitarra, o a grabar otras percusiones… Pero el grupo base está cerrado, es el que va conmigo a los directos.

—Esas cinco personas que forman el grupo sí que aportan ideas y acaban enriqueciendo la que usted tenía al principio.
—Sí, claro. Yo llevo los temas casi terminados, a un 90 por ciento, casi, y ya con el grupo se pulen cosas. Esto no funciona, pues cambia un poco… Pero ese trabajo lo hemos hecho con el equipo de cinco y las colaboraciones las hemos utilizado para enriquecer, como la guinda del pastel.

—Ha presentado el disco en Madrid, en una sala pequeña porque su música no es para llenar estadios, pero el resultado ha sido bueno ante un público entendido, según me han contado.
—Buenísimo y una acogida muy calurosa. Ha sido muy cercano, la gente se lo toma personalmente, se siente implicado cuando está oyendo el concierto, no están tomándose la cerveza mientras están tocando. Yo hago que participen en el concierto y eso provoca una energía que está ahí. Eso, cuando se acaba el concierto, lo notas, la gente se desahoga, todo el mundo se puso de pie…

—Y ahora lo presenta en San Fernando en el Real Teatro de las Cortes el sábado que viene.
—El día 17.

—No sé si ha tocado allí pero conozco muy bien el Teatro de las Cortes y todos lo que actúan dicen lo mismo, es como si estuvieran en una sala de conciertos pequeñita pero un poquito más grande, porque el teatro…
—Es muy acogedor.

—Posiblemente tenga las mismas sensaciones que en Madrid…
—O más, porque aquí espero que vayan amigos, familiares y tal… ahí, como que la mitad del público está comprado ya. (Lo dice en broma y suelta la carcajada, obviamente).

—Antonio Lizana es músico de conservatorio.
—También

—¿Y por qué el saxo y no otro instrumento más completo, como el piano, que es el instrumento por excelencia? Además de que con once años le dijo a su padre que quería un saxo.
—Pero antes de eso, por qué toco el saxo es curioso y fue por casualidad. Yo con ocho años por ahí andaba loco con la música de mi padre, que no es músico pero tenía una colección buena de vinilo, el rock sinfónico de los 70, Deep Purple, Pink Floid… Y yo estaba ahí y en verdad quería tocar la guitarra eléctrica. Mi madre me dijo que tendría que estudiar en el conservatorio, si no cómo iba a aprender. Yo, un niño, pues dije que vale, al conservatorio y cuando fui al conservatorio no había guitarra eléctrica, así que dije, ¿el piano, mamá?

—Era muy grande.
—Claro, la casa es muy chica. ¿Dónde vamos a meter el piano?, me dijo mi madre. Entonces, viendo lo que había, vi que el saxo lo había escuchado yo también en los grupos estos y me decidí por el saxo. Por supuesto era un desembolso para unos padres… Me decían que no me fuera a aburrir y yo, que no.

—Yo conozco a uno que se aburrió.
—Pero yo creo que al final hubiera dado igual el instrumento. A mí me encanta. Ahora mismo es mi instrumento preferido, pero no soy de los que dicen que el saxofón es el mejor instrumento. Me enamoro de pianistas, de baterías…

—Pero son instrumentos que dan mucha libertad para componer, para tocar…
—Sí. Para componer uso más el piano y la guitarra, que también los toco, no a nivel profesional pero para componer me ayudan más instrumentos armónicos porque puedo contar encima. Y con el saxo casi se puede cantar.

—¿Hay mucha diferencia entre cantar y tocar con su orquesta, con su banda y estar acompañando a gente de renombre, a artistas con los que trabaja en segundo plano?
—Muchísima diferencia. Aunque yo no soy maniático para los estilos musicales, me lo paso bien tocando jazz, me lo paso bien tocando flamenco porque creo que sólo hay dos tipos de música, la buena y la mala y cuando siento que se está haciendo algo bueno me lo paso bien donde esté. Y ya lo del segundo plano, pues depende con quién. Ha habido veces en las que me he sentido más músico funcionario, que me han dicho toca esto y sólo esto. Ahí te preguntas cuándo llegará el día que podré yo… Pero también he tocado con artistas que me han dado mucha libertad, me han dado mi sitio.

—Después del disco…
—Ahora estoy en el disco. Tengo otras ideas, pero ya para el año que viene.

—Pues muchas gracias por grabar un disco, por atreverse, que ha contado que ha tenido que ahorrar para producirlo y sobre todo gracias por hacerlo con clase, como hay que hacer las cosas, pero que el directo siga poniendo a cada uno en su sitio, como en el mundo de los toros.
—Por supuesto que sí.

 

Antonio Lizana estudió en el conservatorio superior Musikene (San Sebastián), en la especialidad de jazz, y ha trabajado profesionalmente con artistas como Manolo Carrasco, EA!, Maita Vende cá, Los Aslándticos, Mario Díaz, Miguel Ríos, Chambao, Raimundo Amador y José Mercé entre otros muchos.

Recientemente ha colaborado también en el Symphonic place de New York con la Afro-latin-jazz orchestra de Arturo O´farril, como cantaor y saxofonista. Forma parte de la Afrodisian Orchestra, dirigida por Miguel Blanco, aunque su nuevo proyecto, este disco, le va a absorber todo un año a la espera de esas otras ideas que tiene para el año que viene.

Aunque no lo cuenta en la entrevista, este periódico sabe que en breve estará en Nueva York para colaborar con una de las mejores bandas de jazz de Estados Unidos y cuando termine ese trabajo se quedará un tiempo “videando” por la ciudad de los rascacielos para ver si engrandece aún más ese talento privilegiado que Dios le ha dado.

 

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN