El Espanyol y el Valencia firmaron un empate espectacular en Cornellá-El Prat, después de que el conjunto de Valverde igualara el marcador a falta de seis minutos para el final (2-2) y se adelantara en el 92 (2-3), hasta que Sergio García puso el colofón en la última jugada del choque.
Los de Javier Aguirre, que se quedaron sin los soñados 42 puntos de la salvación, que tendrá que esperar una jornada más, dieron una lección de moral y entrega.
El bloque visitante puso la calidad: remontó las dianas de los barceloneses con precisión y elegancia. Pero no bastó para derrocar completamente la fuerza anímica de los futbolistas del entrenador mexicano.
El Valencia empezó mandando en Cornellá-El Prat. El conjunto de Valverde, que volvía a reencontrarse con su antigua afición, presumía de toque, velocidad y recursos. El Espanyol, por su parte, pisó al campo, al principio, sin intención de arriesgar. Recuperar y salir al ataque era su receta y así plantó cara al rival.
De hecho, y aunque el protagonismo lo quería el Valencia, las mejores ocasiones las tuvo el conjunto blanquiazul. Salvo algún centro perdido de Jonas y un susto de Soldado, los de Aguirre eran los que llegaban arriba con más claridad. Guaita tenía mucho más trabajo que Kiko Casilla bajo palos.
El premio pudo llegar al cuarto de hora. Stuani se fue de Guardado, que sigue explotando su calidad en el carril izquierdo, y se quedaba solo ante Guaita. De todos modos, el ariete hispano-uruguayo impactó con el mexicano y se quedó tendido sobre el área. El colegiado no pitó penalti, ante la indignación de la afición de Cornellá-El Prat.
El Espanyol se crecía por momentos. A la media hora de partido, Sergio García probó suerte por la izquierda. El tiro cruzado del delantero, sin embargo, se fue desviado. A la media hora, el '9' catalán volvió a intentarlo. Esta vez desde la derecha, ante la pasividad de Parejo. De nuevo, su disparo se fue por poco.
También se apuntó Capdevila, con un zurdazo que Guaita logró desviar. Los 'pericos' querían el gol. Al Valencia, por su parte, le costaba pasar de medio campo y conectar con claridad con su ataque. La intensidad del Espanyol y las ayudas defensivas no dejaban opciones sencillas hacia la meta de Kiko Casilla.
Los de Valverde, que tuvieron que cambiar a Ricardo Costa, lesionado, por el ex blanquiazul Víctor Ruiz, pagaron pronto la poca fluidez arriba. Wakaso, con un acrobático cabezazo, puso el 1-0 en el marcador en el minuto 45 tras aprovechar un gran centro de Sergio García. El ghanés agradeció así su regreso a la titularidad.
El Valencia no perdió la compostura en la reanudación. De hecho, sólo tardó ocho minutos en empatar el choque. Canales definió con elegancia, por debajo de las piernas de Casilla, tras escaparse por el centro de la defensa. Banega aprovechó un rechace en corto de la defensa y habilitó con precisión al cántabro.
Ninguno de los dos equipos se conformaba con el empate, lo que se tradujo en más fútbol y espectáculo en Cornellá. Toque, velocidad y ataques en ambas áreas era la tónica en el feudo blanquiazul. Era un buen hábitat para el Valencia, más afinado, y para Soldado, que estrelló el balón al palo en el minuto 60.
El Espanyol intentó la réplica en la siguiente jugada con una escapada de Stuani, al que frenó Albelda dentro del área. El árbitro, de nuevo, no señaló nada.
De todos modos, el choque se decantó para el Espanyol en el minuto 82. Una jugada vertiginosa entre Wakaso, que inició la carrera desde la banda izquierda, Sergio García y Verdú, con un disparo forzado, supuso el 2-1 y la euforia local.
En el tramo final del duelo, el Valencia pudo empatar con un uno contra uno de Soldado ante Casilla. El portero se estiró y paró las intenciones del delantero. Pero Jonas sí pudo batir al meta. En el 87, logró el 2-2 gracias a un desajuste defensivo del Espanyol. La calidad de los de Valverde se impuso a la fuerza.
Faltaba la penúltima, en el descuento. Con una asistencia de Banega, como en el segundo tanto, Soldado cruzó el balón. Era el 2-3 pero, lo que debía ser un mazazo para el Espanyol, sólo alimentó sus ganas de remontar. Quería un milagro, como lo que ha hecho Javier Aguirre desde que cogió al equipo en diciembre. Y lo consiguió, gracias a Sergio García en la última jugada del partido.