Cambio de roles importantes. El Racing, el que necesitó puntuar en la última jornada del campeonato pasado ante el San Fernando para consumar la salvación, puede convertirse, en ésta, en el auténtico juez en las dos últimas jornadas que le restan por disputar. El fútbol y sus ironías.
Lejos quedó la goleada infringida por el Atlético de Ceuta en la última jornada del año en el Alfonso Murube (4-1). La zozobra en el peor partido de la temporada tuvo un desenlace difícil de digerir. Un equipo, el de Mere, no acostumbrado a perder de forma holgada recibió un duro rapapolvo sin miramientos.
Una goleada que obligó andar lo andado y que sirvió para reconsiderar el compromiso inquebrantable para la segunda vuelta. Las vacaciones navideñas empañaron un papel que hasta la fecha estaba respondiendo a las expectativas. Eso sirvió para reafirmar lo realizado hasta entonces: no caer por más de dos goles de diferencia. Un antes y un después que despejó los que estaban en el barco -no el ferry devuelta, precisamente- y los que buscaban una implicación con condiciones.
Las facilidades dadas y el vendaval ceutí desmoronó, entonces, la posibilidad de hacer algo más en el presente campeonato. Ese traspié sirvió de punto de inflexión. Intensidad, garra y amor propio fueron acompañando semana tras semana al equipo portuense en todos sus duelos.
Eso fue en la jornada 18, en el lejano diciembre. En pleno invierno, la oscuridad empezó amargar el descanso navideño. La historia, ahora, es bien distinta. Con la permanencia en el bolsillo y oteando el horizonte deportivo con suma tranquilidad, el que llega en apuros es el rival de este domingo. Más que apuros, con muchas obligaciones.
El Ceuta llega con urgencias y quemando las últimas balas que tiene en la recámara. No le queda más remedio que remangarse y mojarse si quiere hacer algo más que cerrar el grupo perseguidor de los que sí estarán en el sorteo de los play off de ascenso.
Tras el traumático descenso administrativo, los norteafricanos deberán afrontar el partido como una auténtica final. No le quedan otra. O sí, le queda la de la próxima semana ante el San Roque. Vencer, esperar y seguir venciendo.
Bendito problema ése. En la otra situación y con objetivos bien diferentes, está un equipo inmerso de lleno en la lucha por la permanencia. Un equipo, que al igual que los rojiblancos, ha notado con dureza las limitaciones y dificultades económicas, desmantelando y zozobrando un plantel eminentemente local y canterano. Almas gemelas con un Racing que, a diferencia de éste, sí tiene los deberes hechos.
El Antoniano, por su parte, se juega buena parte de sus aspiraciones este domingo ante el Pozoblanco, que precisamente, venció sorpresivamente al Ceuta a domicilio. Buena parte de lo que haga ante los cordobeses tendrán o no más obligaciones ante los portuenses en la última jornada liguera.
Los lebrijanos cierran su ejercicio ante los racinguistas el domingo 19 a las 12.00 horas, en horario unificado para la última jornada liguera. Una final para un conjunto que se juega el ser o no ser en 180 minutos.
El Racing Portuense, ya lo quisiera para sí, tiene en su mano el poder sumarse a fiestas ajenas o, por el contrario, convertirse, sin quererlo, en verdugo.
