El ex recluso, de 30 años, había sido acusado por la autoridades de Washington de implicación en un complot para detonar una bomba sucia en Estados Unidos, si bien el sospechoso nunca tuvo un juicio y los cargos se retiraron el pasado octubre.
Cabizbajo y con papeles bajo el brazo, Mohamed descendió ayerpor su propio pie de un avión en la base militar área de Northolt (noroeste de Londres), adonde llegó acompañado de un médico y agentes de Scotland Yard, tras un acuerdo alcanzado entre el Reino Unido y Estados Unidos.
Aunque fue retenido en la base aérea por la Policía en aplicación de la sección de control de puertos y fronteras de la Ley de Terrorismo de 2000, el recién liberado no fue trasladado a la comisaría de máxima seguridad de Paddington Green (centro de Londres), como ocurrió en el pasado con otros presos de Guantánamo.
Así, Mohamed, que este mes puso fin a una huelga de hambre mantenida en protesta por su situación, se convirtió en el primer sospechoso de Guantánamo liberado desde que el presidente de EEUU, Barack Obama, llegó al poder con la promesa de cerrar esa prisión.
“Espero que comprendan que, después de todo lo que he pasado, no no estoy ni física ni mentalmente preparado para atender a los medios”, indicó ayer Mohamed en un comunicado difundido por Reprieve, un grupo pro derechos humanos que presta asistencia legal al etíope.
“Aún es muy difícil para mí creer que fui secuestrado, llevado de un país a otro y torturado de forma medieval. Todo orquestado por el Gobierno de Estados Unidos”, subrayó el ex preso en la nota, en la que acusó al Reino Unido de complicidad en algunos abusos.
El etíope, que llegó a Gran Bretaña en 1994 como refugiado, fue detenido en 2002 en Paquistán y, según sostiene, fue trasladado por la Agencia Central de Información estadounidense (CIA) a una cárcel de Marruecos, donde asegura que pasó dieciocho meses y padeció torturas alentadas por la complicidad de agentes del servicio de espionaje británico.
"Para mí -relató en el comunicado- el peor momento fue cuando me di cuenta en Marruecos de que las personas que me estaban torturando recibían preguntas y material de la inteligencia británica".
"Me había reunido -continuó Mohamed- con agentes británicos en Paquistán. Había sido transparente con ellos. Aún así, reparé más tarde en que la gente que esperaba que viniera a mi rescate se había aliado con mi abusadores".
Tras su cautiverio en Marruecos, el etíope fue conducido en 2004 a Afganistán, país desde el que se le transfirió a Guantánamo, aunque no ha detallado el trato padecido en ese centro de detención, donde siguen encerrados 241 sospechosos de terrorismo.
En reacción a la puesta en libertad de Mohamed, el ministro británico de Exteriores, David Miliband, afirmó que se trata del "primer paso hacia el objetivo compartido (con EEUU)" de echar el cerrojo a Guantánamo.
Sobre el futuro en suelo británico del liberado, el primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown, rehusó confirmar si se decretará algún tipo de restricción a sus movimientos y se limitó a recalcar que "la seguridad del país será protegida en todo momento".
Preguntado acerca de la posible publicación de documentos secretos de Estados Unidos que, según los abogados de Mohamed, demuestran que su defendido sufrió tortura en cautividad, Brown respondió: "Creo que lo importante de la información de inteligencia es que se comparte con otros países sobre la base de que sea confidencial".
De momento, el fiscal general del Estado va a estudiar documentos relacionados con el caso, a fin de decidir si ordena una investigación sobre las alegaciones de tortura del etíope.
Por su parte, el equipo legal de Binyam Mohamed no descarta presentar una demanda contra el Gobierno británico, mientras organizaciones defensoras de los derechos humanos exigen una investigación pública.
Mohamed "es una víctima que ha sufrido más de lo que cualquier ser humano debería sufrir jamás", comentó el director de "Reprieve", Clive Stafford Smith.
Se espera que el recluso pase ahora algún tiempo en la intimidad recuperándose del trauma de su detención, mientras varios familiares se han desplazado a Londres para ofrecerle su apoyo, como su hermana Zhura, quien se declaró "muy feliz" por el regreso de su hermano.
Pase lo que pase, Binyam Mohamed confiesa que no busca "venganza", sino que "se sepa la verdad" para que "nadie en el futuro" padezca una odisea como la suya.