Las últimas declaraciones del subdelegado del Gobierno, Juan Lillo, en relación con los recortes en las comunicaciones por ferrocarril y, sobre todo, la sugerencia que se permitió al invitar a los jienenses que quieran utilizar la alta velocidad con destino a Cádiz para que hagan transbordo en Córdoba, pone de manifiesto, una vez más, con qué facilidad despachan los políticos al servicio de los gobiernos esa labor de mediación entre el poder y los ciudadanos, y cómo se les consiente que reiteradamente y de manera muy extendida falten al respeto, en este caso a los jienenses, haciéndonos comulgar con ruedas de molino. Ya lo hacen cada año cuando tratan de defender lo indefendible, unos presupuestos irrisorios para la provincia o cuando quieren convertir auténticas migajas en atención preferente a la circunscripción y lo hacen de una manera descarada, eso sí, a sabiendas de que no hay consecuencias, los políticos saben muy bien en qué lugares se pueden decir qué cosas y en Jaén se hacen afirmaciones que no serían capaces de formular en otras ciudades donde hay un mayor nivel de exigencia y ni la oposición ni la sociedad civil toleran esta forma de insulto que es negar las evidencias, aprovechándose de que en Jaén es relativamente fácil vender cualquier mercancía. El cambio de servicio en el tren a Cádiz es un recorte en toda regla que no se merece Jaén lo mismo que decir que no se ha paralizado la alta velocidad tiene que ser un sueño. Uno de los retos de esta provincia, prioritario, tendría que ser plantarse enérgicamente ante los políticos que una y otra vez nos menosprecian.
Jaén
Basta ya de tolerar insultos
Uno de los retos de esta provincia, prioritario, tendría que ser plantarse enérgicamente ante los políticos que una y otra vez nos menosprecian
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