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Viernes 15/11/2024
 
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España

La llamada de Obama al cambio

Ha dado resultado, sin discusión alguna y así lo ha reconocido su oponente en las elecciones que se acaban de celebrar...

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Ha dado resultado, sin discusión alguna y así lo ha reconocido su oponente en las elecciones que se acaban de celebrar. La llamada al cambio, en Estados Unidos de Norteamérica, ha contado con la aprobación que necesitaba y ya se puede decir que acaba de empezar la etapa deseada por la mayoría en aquel país, aunque todavía hay que esperar a que llegue el mes de enero para que el candidato Obama se convierta, de hecho, en el presidente de los Estados Unidos de Norteamérica. Sin embargo, su trabajo sí que ha cambiado ya.

Su agenda ya no estará llena de compromisos para hablar directamente a la gente, en demanda de voto, con el concurso sumamente importante de los medios de comunicación y de una puesta en escena lo más llamativa posible. Ahora abundarán las citas para tratar las cuestiones que, necesariamente, hayan de ser resueltas en el proceso de cambio que ha enarbolado como estandarte.

El escenario sí que cambiará porque la mayoría de las citas de ahora tendrán carácter más reservado. Ahora quien tiene que convencerse de la posibilidad de llevar a buen término cada uno de los objetivos previstos es él mismo; el presidente electo.

Es ésta una etapa dura en la que, no pocas veces, se enfrentarán los deseos de llevar a cabo algo con las posibilidades reales de hacerlo. Es una etapa apasionante, de trabajo difícil, delicado y de no pocas complicaciones, tanto en el interior de ese país como en el exterior del mismo.
Tiene que presidir una gran nación y lo que en ella ocurre no pasa desapercibido para el resto del mundo; ha sido así hasta ahora y lo será en mayor grado desde este momento en el que hay muchas crisis en el mundo, tanto de orden material como de todo aquello que afecta a la dignidad del hombre y a su sentido más íntimo de la libertad personal.

Habrá incluso algunos hechos que se producirán con ánimo de llamar la atención –a veces hasta impresionar– tanto a los Estados Unidos de Norteamérica como a su presidente electo. Es éste un tiempo difícil, muy complicado y con muchas apetencias por parte de diversos países. Es verdaderamente mareante el panorama y tiene que ser afrontado con la mayor serenidad, dejando a un lado todo cuanto pueda ser hojarasca y caminando de frente hacia la verdad de la situación, tanto en el examen de lo que intente condicionar como en el de la fuerza real de que se dispone para luchar con éxito y vencer a ese condicionante.

Ha demostrado Obama poseer un gran tesón e inteligencia en una larga y dura lucha electoral. Sus contrincantes no eran débiles, ni mucho menos, lo que acredita sus cualidades para ejercer el cargo pretendido y ganado en las urnas; al menos en teoría y tiene que revalidar esas cualidades en el ejercicio del mando. Tiene base para ello pero el mando es algo muy serio, de plena responsabilidad personal ante sí mismo y, en su caso, ante todo el mundo. Ser presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, es algo muy serio.

Cuando se tiene el convencimiento de que esa nación lidera un sistema de vida que es el del sentir de Europa, surge de forma inmediata la necesidad de estar al lado de ella para defender y mejorar, en su caso, todo cuanto se refiera a ese sistema de vida en el que la libertad del hombre tiene un puesto fundamental. Libertad esa que ha de ser cuidada con todo cariño, sin permitir errores en su interpretación y manteniéndola unida a la responsabilidad.

España dentro del conjunto europeo, tiene sus características propias como cualquiera otra nación de Europa tiene las suyas. Con esa característica de diversidad, en la unión, es como hay que estar presente en ese esfuerzo de vencer a las crisis que padecemos. Ahora es la de la economía, y sus consecuencias, la que está más viva y dolorosa, pero no es la única.

No podemos ser ajenos a esa etapa que se acaba de empezar por Obama, como presidente electo de los Estados Unidos de Norteamérica. Nos interesa mucho como Europa, como España y como personas libres que aman la verdad y la dignidad del espíritu del hombre. Que su labor no se aparte de esos deseos.

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