La Compañía Nacional de Teatro Clásico, bajo la dirección de Helena Pimienta, regresa al hispalense Lope de Vega para ofrecer desde este miércoles hasta el próximo domingo una de las obras imprescindibles del teatro del siglo de oro español, La verdad sospechosa, de Juan Luis de Alarcón.
La compañía, que ya cosechó el año pasado un gran éxito en Sevilla con su versión de La vida es sueño de Calderón de la Barca, vuelve al mismo escenario casi con el mismo equipo para iniciar su nueva gira después de estrenar la obra en Madrid. Después recorrerán diversas ciudades españolas para culminar en ciudad de México, en donde se representará la obra en el mismo teatro donde se estrenó en el año 1927.
Rafa Castejón, Marta Poveda, Nuria Gallardo, Fernando Sansegundo, Joaquín Notario, Juan Meseguer o Pepa Pedroche, entre otros actores, completan un reparto de lujo que trasladará al espectador a un enrevesado juego de los engaños.
La trama
La verdad sospechosa, escrita entre 1619 y 1620 y representada en Palacio el primero de octubre de 1623 por la Compañía de Fernán Sánchez de Vargas, es la gran creación dramática de Luis de Alarcón y una de las obras maestras de nuestro teatro. Se publicó en 1630 atribuida a Lope de Vega, pero años más tarde aparece ya incluida en la segunda parte de comedias de Ruiz de Alarcón.
Enredo amoroso y didactismo son dos ingredientes fundamentales de esta comedia seria articulada en torno a la figura de su protagonista, el mentiroso Don García.
Su desbordante imaginación, que le lleva a creerse las fábulas que él mismo construye, y la no menos falsa, aunque no tan llamativa, actitud de los que le rodean, dotan a la obra de una atmósfera imprevisible que se mueve en un presente continuo, en el que se hace difícil distinguir la verdad. El autor pretendía contribuir con esta comedia moralizante a reformar las costumbres de una sociedad habituada al lujo de la Corte y a la frivolidad, empeño en el que se hallaba la dinastía austriaca del primer tercio del XVII. Una sociedad en la que el honor heredado se contraponía al honor nacido del propio valor personal.
Según Helena Pimienta, autora del montaje, se trata de una obra que “nos divierte y hasta nos enternece, nos hacen reír o sonreír los sucesivos errores de interpretación y equivocaciones, nos hace reflexionar sobre el mundo ilusorio en el que viven los personajes, tan alejado de la verdad y, por tanto, de la libertad.