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Jueves 14/11/2024
 

Campo de Gibraltar

“Nuestra independencia nos permite total libertad de acción”

Alfredo Valencia es el nuevo presidente de Verdemar Ecologistas en Acción desde el pasado 15 de marzo. Su objetivo es continuar la línea activa de defensa del medio ambiente en el Campo de Gibraltar y además dotar a la asociación de un mayor contenido cultural, social y didáctico.

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  • Alfredo Valencia. -

Alfredo Valencia (La Línea, 1969)es el nuevo presidente de Verdemar Ecologistas en Acción desde el pasado 15 de marzo, al ser elegido por unanimidad por la asamblea general de la asociación conservacionista. Amante de la naturaleza este linense de 44 años de edad quiere además de continuar la línea activa de defensa del medio ambiente en el Campo de Gibraltar, dotar a la asociación de un mayor contenido cultural, social y didáctico.

—¿Cómo se ha producido su elección como presidente de Verdemar?
—No ha sido ninguna sorpresa, ya que más o menos estaba programada desde hacía meses. Yo estaba ejerciendo de portavoz y ya la anterior junta directiva presidida por Antonio Muñoz había estado preparando el relevo. Significa una continuidad natural en el trabajo que estamos realizando, de hecho tanto Antonio Muñoz como Raquel Ñeco, por ejemplo, siguen de portavoces. Ha sido una decisión tomada con el total respaldo de la asociación, por unanimidad.

—¿Y qué significa para usted ser presidente de Verdemar?
—Conlleva sobre todo una gran responsabilidad, pero me siento muy arropado por todos mis compañeros. Verdemar somos una gran familia y sentimos mucho la cercanía entre unos y otros. Tengo el total apoyo de todos mis compañeros y me siento totalmente respaldado por la junta directiva y por el equipo de asesores donde contamos con biólogos marinos, pedagogos, técnicos forestales y muchísimos ciudadanos colaboradores. Es una gran responsabilidad pero hemos demostrado que sabemos trabajar muy bien en favor de nuestro medio ambiente. A nivel personal, es un tremendo orgullo para mi que aquel pequeño imberbe que salía al campo con prismáticos ahora sea presidente de esta gran asociación.

—¿Cómo valora la existencia de Verdemar en el Campo de Gibraltar?
—Tenemos 27 años de vida y somos una asociación totalmente consolidada, con un gran reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional. Y eso nos lo hemos ganado por nuestro trabajo, porque siempre hemos ido en línea recta, sin intereses ocultos, con una total independencia económica para no ser rehenes de nadie y poder maniobrar con total libertad y de ningún interés espurio, y porque además somos serios, sensatos y trabajamos y contractamos todas nuestras denuncias. Nos hemos ganado un gran credibilidad gracias a nuestro trabajo continuo y honrado. Sabemos que Verdemar molesta y mucho, pero no vamos a parar de defender nuestro medio ambiente.
Yo estoy muy orgulloso de Verdemar. 

—¿Cómo se financia Verdemar?
—Nosotros no tenemos nada que ocultar, somos unos 350 socios y nos financiamos a través de las cuotas de socios y colaboradores. La cuota es voluntaria y generalmente de 3 euros al mes, aunque por ejemplo los desempleados no pagan nada. También tenemos campañas concretas para recoger financiación para uno u otro proyecto. Esta forma de financiarnos nos permite ser totalmente libres, independientes, y nos permite dar ‘zurrapa’ y denunciar a quien se lo merezca. No tenemos ningún color político ni empresarial como se ha demostrado a lo largo de nuestros 27 años. Ni tampoco queremos que nadie nos patrocine ni subvencione nuestros proyectos, así preservamos siempre nuestra independencia, que nos permite una libertad total de acción.

—¿Cuáles son sus objetivos dentro de su presidencia en los próximos cuatro años?
—Vamos a seguir en la misma línea de trabajo que hemos tenido en toda nuestra trayectoria, aunque yo quiere dejar mi aportación personal dotando a la asociación de un mayor contenido didáctico, cultural y social. Yo soy un apasionado de la educación medioambiental y quiere promocionarla más a través de proyectos. Tenemos en marcha la campaña de productos ecológicos de Andalucía; un ciclo de conciertos solidarios; proyecciones; patrocinios de libros. Queremos abrirnos más a la ciudadanía y que participe con nosotros.

—Ser ecologista y denunciar agresiones al medio ambiente también depende de una cuestión de credibilidad. Verdemar goza ya de una reputación incluso internacional. ¿Cómo se ha conseguido?
—Desde el inicio hemos sido siempre consciente que nuestras denuncias tienen que estar avaladas por informes serios, sensatos y totalmente neutrales e independientes; y creo que esa es una de nuestras señas de identidad y además lo que nos da estímulos para seguir en la lucha. Ese dicho de que los ecologistas están locos es cierto a nivel bohemio o literario, pero en la realidad somos muy prácticos, reales y prudentes. Somos conscientes que la mayoría de las veces denunciamos asuntos muy delicados, pero siempre esas denuncias están avaladas por un trabajo anterior serio y objetivo. A veces nos hemos tirado más de un año preparando una denuncia. Nosotros no lanzamos cohetes pirotécnicos, ni tampoco necesitamos tener publicidad, nuestro trabajo habla por nosotros.

—Ser ecologista activo en el Campo de Gibraltar debe suponer un trabajo ímprobo por la amplia diversidad de esta comarca.
—Estamos en una comarca que soporta un grave e intenso estrés medioambiental. Su amplia variedad también conlleva agresiones medioambientales de todo tipo. Sufre una alta contaminación, incendios forestales, tres fronteras políticas, múltiples agresiones urbanísticas, entre otras muchas cosas más, y todo ello en dos Parques Naturales y en una Reserva de la Biosfera, en una zona con un importantísimo litoral y lugar de paso crucial de la migración de aves. Ser ecologista aquí significa una dedicación de 25 horas al día.

—Uno de los grandes caballos de batalla de Verdemar es Gibraltar, donde tiene abiertas varias denuncias contra el medio ambiente.
—Nosotros tratamos Gibraltar sin diferenciarlo del resto de municipios de la comarca del Campo de Gibraltar, porque en la naturaleza no existen fronteras y una agresión medioambiental igual afecta a un lado que a otro de la Verja. También es cierto que Gibraltar goza de una cierta ambigüedad legislativa con respecto a España que le permite hacer más acciones supuestamente punibles.

—¿Cuáles son esas denuncias que tiene abiertas con Gibraltar?
—Tenemos al menos cuatro frentes abiertos: el bunkering, los rellenos, los residuos fecales y la presencia de submarinos o naves de propulsión nuclear. En el bunkering es cierto que vamos ganando la batalla ya que solamente queda ahora una gasolinera flotante activa, gracias a nuestras denuncias en la Unión Europea entre otras cosas; para nosotros es un riesgo enorme ya que existe en una zona de especial conservación medioambiental la posibilidad real de vertidos de hidrocarburos o de choques de embarcaciones, como ha ocurrido.
Los rellenos también se producen en una zona de especial conservación y son totalmente ilegales, no existe ningún estudio de impacto medioambiental, por eso también está denunciando en la UE.
En cuanto a los fecales, es un problema generalizado en toda la comarca, tanto en La Línea como en Algeciras también, y es alarmante porque afecta bastante a la fauna y flora marina, además de la mala imagen que da.
Y finalmente, la presencia de submarinos para nosotros es inadmisible porque pone en un grave riesgo a la comarca de un desastre medioambiental.

—A raíz de su oposición al bunkering, Verdemar también realiza una oposición muy activa al proyecto de VTTI en el litoral de Los Barrios.
—Nos negamos totalmente a la instalación de esa planta de hidrocarburos porque creemos que puede producir un nuevo éxodo de la población, en este caso de la de Guadarranque. Creemos que en este asunto se está corriendo demasiado, y cuando hay tantas prisas es que existe un interés nada claro. Creemos que la comarca ya no necesita más plantas de almacenamiento de combustible, que ya está saturada y que está sufriendo un crecimiento desproporcionado.

—En San Roque, Verdemar mantiene el proyecto de recuperación de Borondo y Guadalquitón.
—Creemos que es una zona de un valor medioambiental altísimo, el último alcornocal de Europa a pie de playa y considerábamos que tenía que tener una regulación y una protección legal acorde a su valor como corredor verde. Después de mucho trabajo por nuestra parte, y gracias también al conflicto de La Almoraima, se ha conseguido en los últimos meses que se incluya dentro del Parque de los Alcornocales y estamos totalmente satisfechos porque ahora se va a preservar de usos abusivos urbanísticos o de otra índole.

—Verdemar también ha denunciado el intento de venta de la finca La Almoraima.
—Nos oponemos totalmente a la venta de la finca La Almoraima porque creemos que en manos privadas supondría la pérdida real de la finca para Andalucía y tampoco creemos que el pago de esa venta tampoco fuera a repercutir en la comarca. Nosotros creemos que la finca debe ser pública y debe ser gestionada de forma transparente y con usos medioambientales que produzca riqueza y empleo. Verdemar pidió a la Junta Rectora del Parque de Los Alcornocales que declarara a la finca como monte público para impedir su uso especulativo y fue aceptada nuestra petición y trasladada a la Junta de Andalucía. Estamos trabajando para impedir su venta.

—Ha hablado usted antes del problema generalizado de los residuos fecales. ¿Qué ha supuesto en Algeciras la nueva estación depuradora (EDAR)?
—El problema en Algeciras de contaminación por fecales es grave y se mantiene porque la nueva depuradora no funciona al cien por cien; incluso ni se sabe a que tanto por ciento funciona, pero sospechamos que a uno bajísimo porque no existe red de colectores que enlacen con la depuradora y lo cierto es que en Algeciras existen un gran número de colectores que vierten directamente al mar y al río Pícaro. Los algecireños están pagando una depuradora irreal.

—Verdemar también lucha por la conservación de Valdevaqueros.
—Verdemar presentó informes de peritajes en el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA) contra el proyecto al que consideramos un auténtico despropósito. Se quiere construir urbanísticamente sin ni siquiera un estudio de impacto medioambiental, en una zona de altísimo valor medioambiental. Además, creemos que Tarifa no necesita un volumen tan grande de alojamientos. Cuando el político de turno, como el alcalde de Tarifa en esta ocasión, tiene tanta prisa y está tan nervioso, es porque tiene que haber un interés que desconocemos. Nosotros estamos trabajando bien y somos muy optimistas.

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