Se acerca el momento de la verdad para todo equipo que anda inmerso en la posibilidad de poder rubricar una temporada memorable, o de acabar sucumbiendo a los resultados, que cuando se tornan negativos en los dos últimos meses de competición, suelen dilapidar todo mérito realizado en meses previos.
Es el caso del Sevilla, que a día de hoy, tiene en sus manos la opción de registrar un año que parecía torcerse en un principio, pero que ahora, tras varios partidos con gran acierto y victorias de campanillas, tiene en la mano poder redondear una campaña, tanto en Liga como en Europa, de forma sobresaliente.
Con la clasificación prácticamente asegurada salvo sorpresa, para poder jugar el año que viene de nuevo por el viejo continente, el anhelo de la afición rojiblanca, de la plantilla, y de Unai Emery; es la de disputar esos partidos, pero en la máxima categoría del balompié europeo: la Liga de Campeones.
Para ello, deberá alcanzar al dueño de la cuarta plaza, que en estos instantes ocupa el Athletic de Bilbao. La visita a San Mamés del conjunto de Nervión será clave para asaltar ese puesto; pues el calendario sevillista hasta el final, es más que asequible.
No obstante, en el punto de mira debe estar Turín. La eliminatoria ante el Oporto será dura. Pero a cuatro choques de una final europea, la carne en el asador ha de ponerse en dicho torneo.
Llegado la hora quizás las dos cosas no sean viables. Tocará decidirse entonces por la gloria de un título.
Pendientes de la evolución de Carriço
Formado en la cantera del Sporting de Lisboa y, por lo tanto, con muchas ganas de ser participar en el partido de ida de la eliminatoria, el luso no termina de recuperarse y habrá que estar muy atento a cuáles son sus sensaciones en el día de hoy. Ayer Carriço hizo ejercicios en arena de playa para reforzar la zona y, según sus propias sensaciones, la evolución está siendo bastante positiva de cara al encuentro.