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Viernes 15/11/2024
 
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Sevilla

Libro humorístico retrata caracteres humanos con la excusa de hablar de gatos

Aunque el perro ostente el título de mejor amigo hay firmes partidarios de los gatos que hasta pueden utilizarlos como excusa para hablar de los humanos, como ha hecho Íñigo Moreno en su libro \"Todos los venenos de la selva o 60 gatos al minuto\", un retrato humorístico de otros tantos caracteres

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Aunque el perro ostente el título de mejor amigo hay firmes partidarios de los gatos que hasta pueden utilizarlos como excusa para hablar de los humanos, como ha hecho Íñigo Moreno en su libro "Todos los venenos de la selva o 60 gatos al minuto", un retrato humorístico de otros tantos caracteres.

Íñigo Moreno (Sevilla, 1958), periodista que dejó el periodismo hace veinte años para, hombre de contrastes, dedicarse a la empresa y a la literatura, ha dicho a Efe que ha dedicado su segundo libro a sus congéneres, por más que hable de gatos:

"Soy amante de los gatos, y los felinos campan por sus respetos en mi imaginación; los gatos se metieron en mis textos y desplazaron a los protagonistas, a fuerza de humanizarse".

Publicados por la editorial Alfar, estos "60 gatos al minuto", según su autor, "no son relatos ni cuentos, aunque desde luego son textos breves de estirpe narrativa".

"Lo más ajustado es decir que son retratos de caracteres; de hecho, el libro del que fue condiscípulo de Aristóteles, heredero de su biblioteca y manuscritos, y sucesor en la dirección del Liceo, Tírtamo de Ereso, más conocido como Teofrasto, los "Caracteres", está en el origen de éste", ha indicado.

En el suyo, Teofrasto "retrataba moralmente a los individuos de su época; lo sorprendente es que esos retratos son aplicables a nuestros contemporáneos aunque hayan pasado cerca de veinticinco siglos; es verdad que el mundo cambia vertiginosamente, pero la esencia humana, para desesperación, continúa invariable".

Con ironía, Íñigo Moreno ha señalado que "no podemos permitirnos otros dos mil quinientos años de demora" pero que "para que el ser humano cambiase, y el mundo fuera mejor, sería necesario poner coto a la ambición humana, que es infinita y el veneno madre, del que provienen y se sintetizan una infinidad de mixturas ponzoñosas".

Sus "venenos" aluden a "esas actitudes humanas que nos topamos cotidianamente, y que hacen que la existencia sea más penosa de lo que debiera ser, la ambición, la hipocresía, la estupidez, la mediocridad cuando no la miseria moral" mientras que la selva no es otra que "la civilización que nos ha tocado vivir".

"El contraveneno existe también en la naturaleza humana, es la empatía, raíz de la generosidad y la compasión, del padecer con los otros, y éste, en cantidad, supera con mucho en la humanidad a su contrario, pero no cualitativamente; es como si tuviéramos un cubo de diez litros de agua pura y, con un cuentagotas, le añadiéramos tres o cuatro goterones de ponzoña: todo el líquido quedaría corrompido, no potable", ha explicado.

No obstante, ha advertido de que no se trata de un libro "moralista" sino "literario; eso que hoy resulta tan inconveniente".

La concepción de su humor es, pues, la de que "hay que reír por no llorar" o lo que el autor considera una "psicología de resistencia", por lo cual ha incluido "varios retratos antídoto y otros tantos placebos" de los que ha dicho que "si no hacen bien, tampoco hacen daño, y ayudan a tirar del carro".

A la hora de escribir estos 60 retratos, el autor ha confesado identificarse con el estado de ánimo de dos personajes, uno el héroe de Mark Twain en "Un yanqui en la corte del rey Arturo", a quien, "trasladado en la historia, y hastiado de la crueldad que contemplaba en la Britania medieval, le entraban ganas de 'ahorcar a toda la humanidad y terminar de una vez con la comedia'".

Y el otro, "también contradictorio pero comprensible", el personaje de Marlon Brando en "El Motín de la Bounty", cuando "durante su huida, agobiado por la perspectiva de ser ajusticiado por haberse sublevado, y contestando a la pregunta de cómo se encontraba, respondía: 'Bien, bien, salvo un cierto deseo de morirme que ya se me irá pasando'".

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